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Actualizado: 7 de junio de 2025
Veíanse portadas de aquel período del Renacimiento que puede llamarse plateresco español; otras de arco romano, con grandísimas dovelas, al estilo del tiempo de los Trastamaras, y algunas de tan imponente y esquiva hechura, que, á no correr el año de 1877, hubiera yo jurado que en tales casas vivían poderosos inquisidores ó alguno de aquellos terribles mayorazgos que solían ser jefes de una docena de hermanos, todos ellos soldados, frailes y monjas. ¡Indudablemente estábamos en Castilla la Vieja, ó, mejor dicho, en el antiguo reino de León! ¡Hasta el aire era allí godo, español rancio, cristiano puro, antisarraceno, en fin ya que es menester decir las cosas claras!
Además, los escoceses son por lo general muy pobres, aun sus jefes, y pocos de ellos pueden comprarse una cota de malla tan modesta como la que yo llevo puesta. De aquí que luchen con gran desventaja contra nuestros caballeros, muchos de los cuales llevan encima yelmos, petos, manoplas y cotas que representan el valor de cuatro ó seis mayorazgos escoceses.
Pero más comúnmente vivieron los señores montañeses retirados en sus casonas y mayorazgos, prefiriendo ser los primeros de su aldea, a cualquier puesto de la corte, aunque sus segundones se hicieran por su cabeza o por sus puños, obispos y generales, o trajeran de América con qué adquirir títulos y mujeres, de quienes, a la vuelta de pocas generaciones, se pudiera decir lo que de los dineros del sacristán.
Muerto mi abuelo, toda su fortuna había de pasar por entero a su hijo mayor, según las costumbres de la época; pero las leyes nuevas habían suprimido los mayorazgos, así como también los votos de pobreza, de manera que las hermanas de mi padre que los habían hecho, quedaban de ellos relevadas, y por esta circunstancia debían proceder al reparto de bienes.
Sobre todo los mayorazgos prosiguió Rumblar . También le dije al francés que yo soy mayorazgo, y que después de casado tendré dos vinculaciones. ¡Como se reía cuando le dije que era Grande de España! Todos acudían a verme y me volvieron a dar de beber, y me caí otra vez al suelo, cantando que me las pelaba. ¡Ay!
¿De modo preguntó el mozalbete que yo seré un pelagatos si llego a perder mi patrimonio o soy un bruto? Esto sí que es bueno. Nada, nada dijo uno . Fuera mayorazgos, y que todos los hermanos varones y hembras entren a heredar por partes iguales. Eso no puede ser observó Marijuán , porque entonces no habría las grandes casas que dan lustre al reino.
No era obstáculo para esto la niñez, más bien moral que física, de D. Diego, pues siendo entonces costumbre emparentar lo más pronto posible a los mayorazgos, los casaban fresquitos y antes que tuvieran tiempo de asomar las narices por las rendijas de la puerta del mundo, donde, al decir de D. Paco, no había sino perdición y desvanecimiento para la juventud, porque las dulzuras de la copa de los placeres duraban breves instantes, mientras que sus amargas heces trascendían por luengos años.
-Notable espilorchería, como dice el italiano -dijo don Quijote-; pero, con todo eso, tenga a felice ventura el haber salido de la corte con tan buena intención como lleva; porque no hay otra cosa en la tierra más honrada ni de más provecho que servir a Dios, primeramente, y luego, a su rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos, más honra que por las letras, como yo tengo dicho muchas veces; que, puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras, con un sí sé qué de esplendor que se halla en ellos, que los aventaja a todos.
¡Oh! ¿Y no se le ocurrió a usted la contestación a tan atrevido y antipatriótico aserto? preguntó con énfasis el diplomático. Yo le dije que aquí pensábamos arreglar todas esas cosas, y quitar la Santa Inquisición, y los diezmos, y los mayorazgos, como me decía el Sr. de Santorcaz. Doña María aferró sus manos a los brazos de la silla como si quisiera estrujar la madera entre sus dedos.
Aquellos anales dicen que los habitantes de las islas manifestaban gran soberbia y vanidad en la nobleza, de tal modo, que no se casaba por nada del mundo el hijo del noble con la plebeya. En otro lugar añade, que los chamorris tenían mayorazgos de cocales, plátanos y otros árboles.
Palabra del Dia
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