Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Hecho esto, con la escuadra de Brion debia dirigirse á tomar Carácas y entenderse luego por la retaguardia hasta enlazar sus fuerzas con las del ejército del Apure, que el Libertador mandaria en persona. Mientras tanto Mariño, con la division de Oriente, distraeria la atencion del enemigo en aquella direccion.

El viento del extranjerismo soplaba también sobre aquella mesa abundante, sana, patriarcal, que hemos conocido al comenzar la presente historia. Ventura se presentó en el salón con traje azul marino de seda, descotado por el pecho, los brazos al aire. Había aprendido, no sabemos dónde, que en las comidas de ceremonia las señoras van descotadas. Doña Paula no cumplía con este precepto.

A Fernando se le conocía muy poco; decían de él que era bravo marino y que poseía rasgos de nobleza y bondad como el señor de Luzmela.

El era tal vez el único que iba á llegar en todo el día. «¡Señor, á cualquier precio!...» Pero el marino siguió adelante. Siempre, al acordarse de Pompeya, había formulado el deseo de volver á verla solo, absolutamente solo, para recibir una impresión directa de la vida antigua.

El hombre de Bisusalde a quien llamaban el capitán era un marino inglés, que vivía con su hija, muchacha de catorce o quince años, y un criado, llamado Allen. Algunos aseguraban que el viejo había sido pirata; pero esto, según la mujer de la venta, eran ganas de hablar. El inglés daba lecciones de su idioma y solía ir todos los días a Elguea, donde tenía varios discípulos.

El sentimiento de los celos, la amargura de no haber sido el primero y el único, rejuvenecía la pasión del marino, alejando el cansancio de la hartura, dando á las caricias de ella el sabor acre, desesperado y atrayente al mismo tiempo de una forzosa confraternidad con ignorados antecesores.

El sarcasmo y la rudeza de las palabras del antiguo marino, involuntariamente me hicieron recordar al célebre personaje de la Agonía, drama en que Larra dice por boca de un viejo contramaestre de los que acompañaron á Colón, «que las tormentas en tierra, son truenos que apenas se oyen y gotas de agua que ensucian». El capitán del Batea era un retrato del viejo lobo de la Niña.

Las dos mujeres no podían andar por allí sin que sus faldas se enredaran en el Mozambique y en unas veinte varas de poplín azul marino que se había caído de una silla y se entrelazaba con las tiras de foulard. De aquel bonito desorden salía ese olor especialísimo de tienda de ropas, que es un resto de los olores del tinte fabril, mezclado con los del papel y la madera de los embalajes.

Uno... dos... tres. «Mi marino adorado, mi tiburón amoroso, va á llegar... ¡va á llegar!» Y lo que llegó de pronto, cuando aún lo creíamos lejos, fué el golpe de la guerra, separándonos rudamente.

Carmen no quería responder con franqueza, y salió diciendo: ¿No sabes que va a venir Fernando? ¿El marino? . ¿Y a qué viene? A pasar una temporada...: ese dicen que es bueno. Pero; ¿de verdad son malos los otros? ¿Malos?... ¡Es que están algo locos!... no tienes confianza conmigo, Carmen; eso me entristece.... Ella le miró cariñosa.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando