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Actualizado: 24 de junio de 2025
Los paseantes abandonaban poco á poco el Malecon para irse á la Luneta, cuya música dejaba oir pedazos de melodías traidas hasta allí por la fresca brisa de la tarde; los marineros de un barco de guerra, anclado en el río, ejecutaban las maniobras de antes de la noche, trepando por las cuerdas ligeros como arañas; las embarcaciones encendían poco á poco sus fanales dando señales de vida y la playa
Era listillo y valiente; y en cuanto llegó el balandro de Inglaterra, por recomendación de Leto se encargó de hacer en él los mismos servicios que en el bote. Si Cornias estaba entusiasmado con aquel barco tan hermoso, el inglés estaba chocho con Cornias, por su tipo, por su afabilidad y por su inteligencia para aprender las maniobras.
Es el paraje en que se efectúan todas las fiestas y regocijos públicos de la villa, las iluminaciones y verbenas, fuegos de artificio, ascensión de globos, música, danza y giraldilla: sirve además de punto de reunión para el gremio de mareantes cuando necesitan congregarse y tomar algún acuerdo, y de real para la feria y de campo de maniobras para los chiquillos de la escuela.
Los que navegan hoy cómodamente por aquel estrecho, a bordo de un barco de vapor, no pueden ver la sublimidad de la escena ni pueden sentir el pasmo aterrador de los que por vez primera le cruzaron. No van, como Morsamor iba entonces, en frágil barco y a merced del viento, que se oponía a su marcha, si era contrario, o si amainaba, casi le dejaba inmóvil a pesar de las más hábiles maniobras.
Hay no sé qué de fantástico, algo que hace recordar las románticas visiones ó las extravagantes maniobras del «Diablo Cojuelo» de Lesage, al pasar en alas de un wagon por encima de una ciudad, como una gigantesca bruja saltando de torre en torre, de chimenea en chimenea y de cuadra en cuadra.
Después levantó la tapa para que se oyera mejor, abrió con cuidado las puertas y ejecutó todas las maniobras conducentes a producir una sorpresa en la casa; pero todo ello con tal esmero, andando sobre la punta de los pies, hablando en falsete y haciendo tantas y tan graciosas muecas, que Juan al notarlo no pudo menos de reírse exclamando: ¡Siempre el mismo Santiago!
Apenas se advertía la espesa red de su jarcia. Los cascos aparecían como una masa negra informe. Los recién llegados no vieron un grupo mucho mayor de gente que se apiñaba en la punta misma del malecón hasta que dieron sobre él. Todos guardaban silencio con los ojos puestos en el mar, esforzándose por advertir entre las tinieblas las maniobras del buque.
Se dirige al espejo, se da los últimos toques a las cejas y pestañas con el pincel, arregla con mano un poco nerviosa los tirabuzones de la peluca, la cruz de brillantes que lleva al cuello y los pliegues del vestido. Sus amigos guardan un instante silencio y contemplan estas maniobras distraídamente. Señores, hasta luego.
Los que aquí, en la soberbia capital, solo conocen de las operaciones militares los partes y relatos que publica la prensa periódica; los que solo han visto á nuestras tropas en las maniobras y ejercicios de Columbia y en las paradas y revistas del Malecón, no pueden tener una idea de todo lo que representa, de todo lo que significa y de todo lo que vale nuestro admirable ejército.
Por allí, escalando esos picachos, descendiendo al fondo de esos desfiladeros, desafiando á cada paso la muerte y mostrandose insensibles á la fatiga, á las privaciones, á la intemperie, á todo, en fin, luchando á brazo partido con la naturaleza y con los hombres, sobreponiéndose á los sufrimientos físicos y á las pesadumbres morales, marchan nuestros bravos soldaditos alegres, orgullosos, indomables, con el mismo orden, la misma corrección, y la misma disciplina, que si solo se tratase de unas maniobras y no de una campaña que no tiene para ellos ni siquiera el aliciente de la gloria militar, por la despreciable calidad del enemigo.
Palabra del Dia
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