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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Butrón, sin embargo, no cayó en la cuenta, y con el majestuoso continente que las circunstancias requerían, arrastró con suavidad a Currita al próximo gabinete. Sudaba como un pato, y la camisa no le llegaba al cuerpo, temiendo alguna nueva trapisonda de la ilustre condesa, que viniera a desacreditar sus manejos diplomáticos.
Aquella vida por partida doble y los manejos en que un hombre de mundo sabe envolver sus placeres, hicieron pronto brecha en su capital. Nada cuesta más caro en París que la sombra y la discreción. El duque era demasiado gran señor para detenerse en su camino. Nunca supo negar nada a su esposa ni a la de los otros.
De haber hablado entonces se hubieran negado a creer que no era el Rey; a lo sumo hubieran creído que el Rey se había vuelto loco. Los manejos de Sarto y mi propia pasión me habían impulsado; la retirada no era ya posible y la pasión seguía llevándome hacia delante. Aquella noche aparecí ante todo Estrelsau como el verdadero Rey y el prometido de la princesa Flavia.
Las gentes a cuyos manejos obedeció el viaje de Tirso a Madrid, le mandaron que esperase órdenes en la corte, y él entonces pensó en utilizar algunas de las amistades que, a la sombra de su misión, contrajo con gente de sotana, logrando entrar en una iglesia, donde, a título de suplente, ganaba algo, aunque poco.
No nos compete rasgar el velo que encubre los manejos ocultos de los que las aconsejaron: pero su responsabilidad es inmensa, porque imprimieron á los sucesos de aquella época un carácter que no tuvieron al principio. ¡De la expulsion del Virey y de la Audiencia se pasó á la tragedia de la Cabeza del Tigre, que se continuó en Potosi!
Fue en esta edad que los fundamentos de la teología cristiana fueron asentados la teología de los concilios y de los padres. La concepción de Dios, de su relación y manejos con el mundo, fue desenvuelta en una sociedad que gemía bajo una opresión, miseria y aflicciones sin ejemplo.
Había caído en dos ocasiones: la primera, por manipulaciones de un socio desordenado; la segunda, por manejos de un corredor desleal, y en ambas tuvo que responder con su capital y sus ahorros de la impericia y de la mala fe ajenas. ¡Horas más amargas, no las recordaba en su vida!
Currita respiró ya tranquila, viendo cortada por completo, gracias a sus manejos, la larga cola que había profetizado Butrón a su nombramiento de camarera; su consecuencia política quedaba fuera de toda duda, produciendo, entre otros resultados, tres pequeñeces diversas: Una madre desolada. Un alma en el infierno. Y la moda de los guantes distintos.
Estos manejos, a falta de otros, causábanle una turbación que la entretenía; la emoción del peligro, que agitaba sus nervios, hacíale creer en una pasión. En una palabra, la desgraciada y noble Juana se hallaba en vísperas de la caída más vulgar, cuando un tercer personaje intervino en el escenario.
Entonces tomaba parte en los sordos manejos de aquella corte infame. Pero vino el año 20, y nuestro personaje entró en el período de rabia crónica, de desorden moral y frenética tenacidad en que le hemos conocido. Ya sabemos poco más ó menos cómo vivía: su actividad había redoblado, y conspiraba con una constancia de que no se ha visto ejemplo.
Palabra del Dia
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