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Actualizado: 16 de agosto de 2024


Bien sabe mi Dios con cuánto gusto, obedeciendo la vuestra, que no es otra que la mía, y siguiendo el mandato del Emperador, desde mañana os daría la mano de esposa aun en la estrecheza de esta aldea; pero don Lope, padre tenéis, y lo que el Rey manda bueno es que sea con asentimiento de los que tienen natural y necesaria autoridad sobre nosotros.

Al estudiante le contrarió mucho este mandato. El había oído decir en la mesa aquella mañana que Clara no iría á la procesión, y había formado sus proyectos para verla aquel día. La obligación de acompañar á las tres señoras le pareció la mayor desgracia que podía ocurrirle aquel día. ¿Pero cómo era posible resistir á las órdenes de aquel tirano?

El dia 24 de Mayo de 1591 fueron conducidos Antonio Perez y su compañero Mayorini en un coche, desde la cárcel de manifestados á la ALJAFERIA, por el fiscal y ocho familiares de la Inquisicion, mediante mandato que llevó un portero de maza del Consejo del Justicia de Aragon al alcaide, para que entregase el preso dentro de tres horas.

Todo esto lo oía Navarro sin decir nada, cejijunto y torvo, hasta que al fin rompió la palabra: Basta ya de charla, Sr. Zorraquín. Si eso ha de escribirse que se escriba; pero conste que no es por mandato mío, pues no tengo vanidad en ello.

Añade que Rustana, la encantadora, ha fenecido, como el ermitaño, en la expiación y el arrepentimiento; que sus almas yacen en la mansión de los bienaventurados, y que, por mandato de Dios, le presenta sus cadáveres para que su vista le infunda el amor á la virtud y el desprecio de los goces mundanos.

Al presentarse Bonis, hubo en los tres un movimiento que pareció obedecer al impulso de un mismo mandato de la conciencia; Emma soltó el cuello y el hombro de Gaetano; este dio un brinco, separándose de Emma, y Reyes avanzó resuelto, con ademán de reivindicación, a ocupar el sitio de Minghetti.

Y ahora, Maestro y Padre, escucha: el niño aquel que en la emigración te siguió febril, enamorado de tu bondad y tu talento, el niño aquel que por serlo, no te acompañó en la hora de tu muerte, se ha hecho hombre y te es fiel, y de las semillas de amor que le dejaste caer en el pecho, esto es el fruto. Tu memoria lo fortalece como una esperanza, como un faro lo guía, como un ala lo levanta. Y si es verdad que la vida humana no es toda la vida, si es verdad que después de ella hay otra existencia superior, ordena, que él no quiere para mayor gloria que la de obedecer a tu mandato.

Leyóla y no la rompió; Mas miento, que fué rompella Leella y no hacer por ella Lo que su Rey le mandó. En una tabla su ley Escribió Dios: ¿no es quebrar La tabla el no la guardar? Así el mandato del rey. Porque para que se crea Que es infiel, se entiende así. Que lo que se rompe allí, Basta que el respeto sea.

Si aparecía alguna vez más dulce y tratable, no había que achacarlo a su voluntad, sino al mandato expreso de D.ª Carmen. En cuanto este mandato cesaba o se olvidaba, volvía a su primitivo ser malévolo.

Mariano Moreno Licenciado, D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo. Concuerda con sus originales que existen en el archivo de este Exmo. Cabildo, á que en lo necesario me refiero. Y de mandato de dicho Exmo. Cabildo, autorizo, signo y firmo el presente, en Buenos Aires, á 2 de Octubre de 1810. Licenciado, Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo.

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