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Actualizado: 16 de julio de 2025


Veamos ahora la «Relación del gasto que se hizo con el embajador de ynglaterra en su ospedaje en estos Reales Alcázares, por mandato del Conde Duque mi señor que llegó á ellos á 20 de Febrero de este año de 1631, hasta lunes 23 del dicho que se fueron en su compañía de caualleros y criados más de 130 personas

Llegaron a esto las dos criadas, que también habían oído los golpes, y, por ver a su amo desde la puerta, me dijo Facia al oído: ¡Lo mesmu que la otra vez! Volvióse Tona volando hacia la cocina a cumplir un mandato de su madre, y se quedó ésta conmigo en el cuarto del enfermo.

Con altivo continente pidió al jefe de orden público el mandato del gobernador, legalizado por el juez, único que, según las leyes vigentes, podía autorizar aquel atropello: presentóse respetuosamente el funcionario, y rasgólo ella en dos pedazos después de leerlo.

Según Eleuterio, el marido de mi ex amiga Petrona, que es, como sabéis, hombre muy grave y reflexivo, los pueblos europeos acabarán por adoptar las instituciones republicanas de los americanos, con las cuales es posible que se maten con más frecuencia, pero será por propia iniciativa y gusto propio, y no por mandato del rey o por antojo de la reina.

Sin embargo, no sin graves presentimientos, me obligué á ello; porque hallándome desligada de toda obligación para con los demás seres humanos, no lo estaba para con él; y algo había que me murmuraba en los oídos que al empeñar mi palabra de que obedecería vuestro mandato, le estaba haciendo traición.

Bueno, tráeme aquel manguito. Castro se apresuró a obedecer el mandato. Clementina, cuando lo tuvo entre las manos se sentó con afectada calma en el diván, y agitándolo luego en el aire exclamó: ¿A que no adivinas lo que contiene este manguito? Sus ojos resplandecían de alegría y orgullo al mismo tiempo. Los de Castro chispearon de anhelo.

Aquella súplica, o más bien que súplica mandato de huir con él, se me clavó en el pensamiento como una espina. No dormía, no vivía, no pensaba más que en aquello. Me parecía un delito horroroso: echaba de esta idea y cuando me encontraba sin ella salía volando a buscarla, porque sin ella no podía vivir... No creas que aborrecí la devoción, al contrario.

Venía a decirle que su ama quería hablar con él y que le rogaba que fuese a su casa a la hora de la siesta. Tan preocupado estaba don Andrés que, por más que el menor deseo de doña Inés fuese para él soberano mandato, se excusó de ir por la multitud de quehaceres que le agobiaban y sólo prometió ir a la tertulia por la noche.

Y Brull, orgulloso del mandato, salía como un rayo entre el estrépito de los timbres que llamaban los diputados a votar y las correrías de los ujieres.

Los que se amparan de los Señores, consiguen por lo menos la primera vez su intencion; porque como el ruego del poderoso es mandato, obedecen sin replica, preparandose con paciencia para la furiosa ventisca que aguardan. En tanto, es de ver la solicitud y satisfaccion con que acude á los ensayos el que ha de ser causa de su perdicion y apedreo.

Palabra del Dia

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