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Actualizado: 14 de julio de 2025


Con una vez sola que venga y quiera «mandar en ti».... Ella se asió con terror del brazo de su amigo. No, por Dios...; no digas eso.... Es mi deber decírtelo...; ¿quién te dió ese libro? El padre cura.... ¿A ver?... Yo también quiero buscar una oración para .

Despues de haberme escuchado atentamente me encomendó la redaccion de una memoria detallada, de acuerdo con el señor Carrasco, para que sirviese de guia al nuevo gobernador que iba á mandar, y al obispo de Santa-Cruz, á quien se imponia el deber de visitar la provincia cuidando de reformar los abusos religiosos.

¡Viva, viva! exclamó al llegar aquí toda la Junta, y es fama que despertó entonces el Ministro de Hacienda, y aun hay quien añade que echó un cigarro a pesar del mal estado de su ministerio. Temblaba a todo esto el buen labriego, pues ya había caído él en la cuenta de que si todos aquellos señores habían de mandar, y no había otro sino él por allí que obedeciese, era la partida más que desigual.

No; es otra cosa... Estaba yo en el corral, hace un momento, cuando ese gaucho que llaman Manos Duras apareció en la puerta trasera y dijo... Hizo esfuerzos de memoria para repetir las mismas palabras del hombre. Le había encargado que manifestase á la señora marquesa cómo él estaba allí, á sus órdenes, para lo que quisiera mandar.

Y hecho esto, sentóse cabo della, preguntándome muy por extenso de dónde era y cómo había venido a aquella ciudad; y yo le di más larga cuenta que quisiera, porque me parecía más conveniente hora de mandar poner la mesa y escudillar la olla que de lo que me pedía.

Belinchón estuvo tentado de mandar los padrinos a la redacción. Pero considerando que esto sería dar su brazo a torcer y aceptar lo que el artículo contenía de envenenado, prefirió no mostrarse aludido y vengarse también en la prensa.

En el día de hoy, el más bullidor, el más sabio o el más rico de cada lugar, donde suele disponer y mandar cuanto se dispone y se manda, se designa chistosamente con el apodo de cacique, lo cual no deja de ser ofensivo para sus conciudadanos, quienes de un modo implícito quedan calificados de indios bravos o semisalvajes. ¿Pero cuándo no hubo o cuándo dejará de haber caciques, aunque con otro nombre o apodo los designemos?

Este era el tono de todos los corrillos y de todas las conversaciones, hasta que, por último, para salir de dudas, se resolvió mandar á Lucban, de riguroso incógnito, á una picaresca y lista mestiza, que era quien las capitaneaba.

Semíramis pasa por encima de su cadáver, por mandar sola, y encierra en la cárcel á su hijo Ninias, quedándose señora y soberana única de inmensas regiones.

Aviso de todo á V. S. por si S. M. quisiere mandar algo, lo pueda hacer á tiempo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . »Lo que me dijo el Duque de Guisa que le había pasado con Antonio Pérez, no fué así: hase sabido después que está todavía en Inglaterra, y que debió de ser alguno que se valió de su nombre

Palabra del Dia

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