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Actualizado: 6 de julio de 2025
Para la instrucción primaria hay varias escuelas de niñas y niños en la ciudad y en la casa de Beneficencia, a cuyo frente se hallan maestros suficientemente ilustrados y celosos por el aprovechamiento de sus discípulos.
Ilustre amigo dijo el Padre de los Maestros con una voz untuosa , las señoras y señoritas aquí presentes me piden que interceda para que nuestro gran poeta nacional las deleite con algunos de sus versos inmortales.
En el cuadro que miro, campea, hasta en los menores detalles, la verdad llena, franca y vigorosa que sólo comprenden los grandes maestros. El segundo cuadro que miro representa á un guerrero jóven y entusiasta, el cual enarbola un estandarte en actitud de incitar á la venganza y á la guerra.
Si hubieran sido maestros en el arte de torturar habrían inventado la pena de viajar en diligencia, y no habría quedado un solo hereje en la piadosa España. En mis cavilaciones sobre el infierno, en los ratos desocupados, no habia podido formarme sino una idea muy confusa de los terribles dramas de aquel mundo de cóleras, relámpagos y fuego.
En cualquier otro punto de España habrían sufrido resignados los toreros esta demora. La estancia en el hotel la pagaba el espada en todas partes menos en Madrid. Era una mala costumbre establecida hacía tiempo por los maestros vecinos de la capital. Se suponía que todos los toreros debían tener en la corte domicilio propio.
La educación de Popito le entretuvo durante los años de su infancia y su adolescencia. Pero ahora Popito es una mujer completa, un doctor de gran porvenir, y si el Padre de los Maestros puede darle órdenes como jefe en los asuntos universitarios, no le puede imponer su voluntad dentro de la familia.
La escalera de oro propiamente llamada tal con tallados del metal de su nombre, con un lujo de decoracion de que no hay ejemplo, con un prodigioso gusto artístico, con artesonados y techumbres de maravillas, con gradas de mármol y pórfido, con tallados de estatuas de maestros, en una palabra, con milagros.
Ya los alféizares de las ventanas mostraban un canastillo de labor lleno de hilos y estambres multicolores; ya en la mesa de mármol puesta en el centro de un cenador de enredaderas se veía una sombrilla de seda clara; ya en las sillas de hierro quedaban por olvido los manojos de flores recién cortadas; ya a ciertas horas solían escucharse, amortiguados por cortinajes y persianas, el tecleo de un piano bien tocado y el timbre fresco y penetrante de una voz juvenil, que así sabía expresar la soñadora melancolía de los grandes maestros alemanes como romper en los alegres ritmos de la tierra andaluza.
La financiera prometía una verdadera fortuna para los dos como resultado del viaje. Estaba tan seguro el profesor de una ganancia pronta y considerable, que hasta había encargado para él una máquina terrestre en forma de lechuza, aunque más pequeña que la que le prestó en diversas ocasiones el Padre de los Maestros.
A despecho de Océanos y desiertos, de hambre y peste, de espías y leyes penales, de calabozos y torturas y de los más espantosos suplicios, los jesuítas penetraban, bajo cualquier disfraz, en todos los países; como maestros, como médicos y como siervos; arguyendo, instruyendo, consolando, cautivando los corazones de la juventud, animando el valor de los tímidos, presentando el Crucifijo ante los ojos del moribundo.
Palabra del Dia
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