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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Solamente que este ruido del Carnaval me empacha un poquillo, ¿sabes? Manolo, como de costumbre, no le preguntó por Soledad. Sería delicadeza ú orgullo, pero es lo cierto que jamás lo hacía. Recorrió las calles más animadas sin que las contorsiones grotescas ó los gritos desapacibles de las máscaras que tropezaba provocasen una débil sonrisa en su rostro taciturno.
Al salir Arizmendi con su mujer y sus hijas de misa, Cacochipi y su discípulo cayeron sobre ellos y les dieron un sin fin de apretones y de golpes; Joshé recordó a Arizmendi que tenía dentadura postiza, a su mujer que se ponía añadidos y a la hija mayor el novio con quien había reñido, y después de otra porción de cosas igualmente oportunas se marcharon las dos máscaras dando brincos.
Cerca de la fuente, en un tablado, la charanga del Maestro Bemoles tocaba una desastrada fantasía del «Baile de Máscaras». La concurrencia era numerosa, pero popular, popularísima: gente humilde, la que acude en tropel a los espectáculos gratuitos.
Velázquez recorrió las calles sin participar de esta alegría como otras veces. Llevaba en su alma el peso de la cólera y el despecho. Estuvo en la calle Ancha, donde la animación era más grande y las máscaras se apiñaban con preferencia. Allí tropezó con Manolo Uceda, quien le invitó á entrar en la cervecería á beber una copa de Jerez.
Sí; mírala; es una excelente conocedora de la música de Rossini. ¿Oíste qué bien cantó aquel adagio? Pues es la viuda de Nino, ya expira; a imitación del cisne, canta y muere. Al llegar aquí estábamos ya en el baile de máscaras; sentí un golpe ligero en una de mis mejillas. ¡Asmodeo! grité. Profunda obscuridad; silencio de nuevo en torno mío.
Esto produjo general alboroto, Tedéum en la Catedral, misa solemne de gracias celebrada por el arzobispo Almoguera, lucidas comparsas de máscaras y otros regocijos públicos. No paró en esto.
Blanca tuvo una pasajera contrariedad; se acercó a su esposo, le hizo algunos cariños de fórmula, lo puso en el caso de que le suplicase a ella misma que no dejase de ir al baile de máscaras, y simulando hallarse bajo el imperio de una orden, comenzó a preparar su traje que ya estaba pronto desde muchos días atrás.
Velázquez observó cuidadosamente á cuantas mujeres bailaban esperando descubrir á Soledad; pero no logró nada. Calló, al fin, la orquesta. Por todo el ámbito del salón comenzó á hormiguear la muchedumbre con algazara. Los gritos de las máscaras dando bromas á sus conocidos levantaban horrible algarabía.
Sancho, que servía A Tello de Neira, Para hacer la boda Le pidió licencia; Vino con su hermana, Los padrinos eran; Vióme y codicióme, La traición concierta. Difiere la boda, Y viene a mi puerta Con hombres armados Y máscaras negras.
El guapo recorrió el salón en todas direcciones por ver si descubría entre las máscaras á su querida. Tenía la seguridad de reconocerla. Mientras se dedicaba á esta caza sabrosa sin resultado, alzóse súbito gran tumulto.
Palabra del Dia
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