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Actualizado: 28 de noviembre de 2025
Queremos irnos de aquí, Capitán dijo un chino que llevaba una trenza de un metro de larga . Queremos abandonar esta costa, en la cual los salvajes abundan tanto como las peonías en nuestros jardines. Y yo deseo llevar mis huesos a mi patria, antes de que los dejen limpios de carne estos salvajes dijo otro. Sí; todos queremos marcharnos de aquí añadieron los demás.
En este estado se hallaba, cuando sintió en su corazón que era voluntad de Dios se ofreciese á llevar en Santo Nombre á los Manacicas, que con esta oferta se restituiría á sus fuerzas. Al punto prometió, no sólo darle á conocer á nuevas gentes, sino derramar su sangre por el bien de los prójimos, si fuese esta su voluntad santísima.
¿Cómo aquel socarrón, marrullero, siempre alerta, se había dejado llevar de aquel arrebato? No había tal cosa. Estaba muy sereno. Bien sabía su papel. Su propósito era agradar a don Álvaro, por causas que él conocía; y aunque el presidente del Casino fingiera defender al canónigo, a Foja le constaba que no le quería bien ni mucho menos.
Si para realizarla hubiera podido llevar, yo también, los blancos velos de la virgen griega, cuyos pliegues noblemente dispuestos habrían convenido tan bien a mi cuerpo de niña desarrollada antes de tiempo, mi felicidad habría sido completa.
10 A la vuelta del año el rey Nabucodonosor envió, y lo hizo llevar a Babilonia juntamente con los vasos preciosos de la Casa del SE
Sobre todo le encargó que llevase alforjas; e dijo que sí llevaría, y que ansimesmo pensaba llevar un asno que tenía muy bueno, porque él no estaba duecho a andar mucho a pie.
Lo que le había parecido en el primer momento un envoltorio de ropas contenía una vida, y se negaba á dejarse llevar. Tuvo la certidumbre de que su oído le engañaba, con el trastorno de la emoción, al hacerle oir una voz de mujer; pero al mismo tiempo creyó que Celinda le había reconocido, llamándolo con desesperado lamento: ¡Papá!... ¡papá!...
Gustos y disgustos son no más que imaginación .Calderón Este es uno de los trabajos más delicados y perfectos de Calderón, y que se distingue por su profundidad psicológica, por su análisis perspicaz del corazón humano, porque encadena nuestra atención, y por el enlace feliz que se observa entre su argumento y sus situaciones interesantes y bellas. La comparación de este drama con los datos históricos, que le han servido de base, prueba el arte inimitable del poeta para dramatizar y pulimentar una anécdota descarnada é insignificante, no exenta tampoco de cierta repugnancia. Su enredo, en la esencia, consiste en que el rey de Aragón menosprecia el amor de su esposa, prefiriendo á Doña Violante, dama de su corte. Sucede casualmente, que, estando la Reina de noche en una ventana de la habitación de Violante, se acerca á ella el Rey, y la requiere, engañado, de amores; la prudente señora finge, en efecto, ser Violante; acepta sus tiernas declaraciones, y lo provoca á llevar adelante sus propósitos. Con la repetición de estas entrevistas en la reja de la ventana, conquista de tal modo la Reina el corazón de su infiel esposo, que, cuando el misterio se aclara, se precipita éste en sus brazos arrepentido y avergonzado.
Una de las mayores dificultades que se tocaron en la tristísima memorable quiebra de la casa de Russell Sturgis, la más antigua y poderosa de cuantas hasta ahora han funcionado en Filipinas, fué la forma de llevar los libros contraria á lo que manda el Código.
Vamos dijo Quevedo, que entre tanto había corrido al socorro de doña Clara ; no es nada, un desmayo; un desmayo que nos viene á las mil maravillas; quedáos vos aquí, padre Aliaga, y esperadnos. ¿A dónde vais? A llevar á doña Clara á una de estas casas inmediatas. Ayudadme vos, Montiño. Dios quiera que pueda; apenas me tengo de pie. Os ayudaremos los dos y es más breve dijo el padre Aliaga.
Palabra del Dia
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