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Actualizado: 1 de junio de 2025
¡No, no; sin querer! ¡Qué risa, hija mía, qué risa...! El carretero pensó que nos había pasado algo y vino asustado, pero al vernos reír de tan buena gana soltó también la carcajada como un tonto... Allá le levantamos como pudimos. El buen hombre dijo que si quería podía amarrarle para que no se cayese. Este aceptó en seguida y se dejó amarrar como un santo. Yo me desternillaba de risa...
De esta fecha no me queda duda, porque al día siguiente salió la escuadra. Nos levantamos muy temprano y fuimos al muelle, donde esperaba un bote que nos condujo a bordo.
Mis amigos hiciéronme algunas preguntas respecto a la música y los bailables, demostrando deseos de asistir a los últimos ensayos. ¡Es una cosa tan curiosa y tan interesante para ciertas gentes un ensayo de la Opera! Les prometí llevarlos, y nos levantamos para salir, porque el telón acababa de caer.
Sin esta distincion, negaríamos la base de la geometría; porque es evidente que si no conociésemos la esencia de la extension del modo sobredicho, no estaríamos seguros de si edificamos sobre el aire, cuando levantamos sobre la idea de la extension toda la ciencia geométrica.
Sólo las personas extraordinarias levantamos tempestades... Y luego, en los salones, los mismos personajes austeros que han hecho coro á sus esposas y sus hijas me miran al pasar con unos ojos disimulados y admirativos; unos enrojecen, otros se ponen pálidos. Adivino que no tendría mas que hacer una seña á su muda admiración... Yo también tengo mi «banco de los viejos».
No quisimos entrar en el pueblecito con aquellas trazas, y subimos por el arenal, y escalando unas dunas, sin que nos viera nadie, nos metimos en el cementerio de la aldea, y tendidos entre dos sepulcros, resguardados del viento, pudimos descansar y dormir. A media noche nos despertamos de hambre y de frío. Nos levantamos, salimos del cementerio y echamos a andar.
Pues a esa hora allí estaré. El doctor y yo nos levantamos, dejamos a Machín entregado a su desesperación, y nos fuimos. Unos días después, una mañana de octubre, me desperté con el ruido furioso del viento. Hoy debe estar el mar digno de verse me dije a mí mismo, y aunque todavía no había aclarado, me vestí, me puse el impermeable y me eché a la calle.
No pudimos observar ni hacer otra diligencia por no permitirlo varias turbonadas de viento y aguas. Dia 30. Levantamos el plano de Melincué en el cual se hallará la discripcion de este terreno; no pudimos observar. Dia 31. Observamos en la latitud S de 33 grados 36 minutos. A las cuatro y cuarto emprendimos la marcha para el Cerrito Colorado.
Echados en el lodo, nos atamos a los pies, unos a otros, las suelas de madera; luego, nos levantamos los tres, y comenzamos a andar en fila, agarrados. El olor de aquella masa fétida de cieno nos mareaba. Hubo momentos en que nos hundimos en agujeros viscosos y blandos; y cayendo y levantándonos, con barro hasta la coronilla, llegamos a tocar tierra firme en una punta arenosa.
Al pasar por el Mercado Nuevo, nos apeamos, recorrimos una de sus espaciosas galerías, vimos camarones, compramos por valor de un franco de esta fruta marítima, tornamos al coche, y en el momento de montar, levantamos los ojos, y vimos á una jóven como de diez y ocho á veinte años, que, sentada en el balcon de un piso segundo, se entretenia en dar muchos besos al pico de un loro.
Palabra del Dia
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