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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Pero el Cardenal permanecía callado. ¿Si, Eminencia? insinuó de nuevo el letrado. La verdad era que el Cardenal Diácono de la Basílica de Santa María de las Rosas estaba perplejo; no encontraba a quién nombrar heredero.
Fue un veterano malhumorado y pronto a reñir entre la bohemia juvenil de capa y espada que llegaba de la Península soñando con la conquista de tesoros y reinos. Se organizaban nuevas expediciones. Pizarro poníase a sueldo de diversos capitanes. Por las calles de Santo Domingo paseaba su garbo otro extremeño, enamoradizo, espadachín y algo letrado, que se apellidaba Cortés.
Hay además quien asegura que Putifar era muy buen letrado, que poseía casi toda la ciencia de los egipcios, y que compuso memorias sobre las inundaciones del Nilo y sobre otros puntos no menos importantes. Pero todo esto se ha olvidado y ya nadie le recuerda ni le nombra, sino a causa o por culpa de su mujer.
Rojo de confusión, trémulo y aturdido, a punto de llorar, el hombre que rigió los destinos de la provincia de Tarragona por más de dos semanas, salió al fin de la estancia dando traspiés. Señor presidente manifestó el abogado acusador con entereza, esa orden debilita la prueba que propongo y me parece arbitraria... ¡Llamo al orden al letrado! gritó furioso el presidente, agitando la campanilla.
Búsqueme Vd. trabajo, que con mi jornal habrá para los dos, al menos para Vd., que yo necesito poco.» Los libros de Derecho, apenas manejados, cedieron el puesto a las cuartillas de original: Millán entró de corrector de pruebas en uno de los primeros establecimientos tipográficos de Madrid, cuyo principal al poco tiempo le encomendó gran parte de la dirección de la imprenta: soñó con ser letrado y quedó reducido a la condición de obrero, en lo más noble que puede producir la inteligencia humana, pero obrero al fin, sujeto a un jornal que merma con la fiebre de un día y acaso falta en la ocasión en que es más necesario.
Al pobre Pez le decía constantemente que se mirase en el espejo de D. Juan de Lantigua, el gran católico, el gran letrado y escritor, tan piadoso en la teoría como en la práctica, pues no hacía nada contrario al dogma; ni su cristiandad era de fórmula, sino sincera y real; hombre valiente y recto, que no se avergonzaba de cumplir con la Iglesia y de estarse tres horas de rodillas al lado de las beatas.
Tuvo muy buen parecer para letrado; mujer de amigas y cuadrilla, y de pocos enemigos, porque hasta los tres del alma no los tuvo por tales; persona de valor y conocida por quien era. Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre metía el dos de bastos para sacar el as de oros.
Señor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la acusación... ¡Llamo por segunda vez al orden al letrado! gritó más furioso aún el presidente, levantándose a medias del asiento y golpeando la mesa con la campanilla. Pues formulo la correspondiente protesta. Proteste usted cuanto quiera, pero absténgase en lo sucesivo de dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia.
El busto de un personaje desconocido que en Apsley House posee el duque de Wellington. El del letrado Don Diego del Corral, de cuerpo entero y tamaño natural, vestido con ropón, junto a una mesa y papeles en las manos. Debió de pintarlo hacia 1632, y es propiedad de la duquesa de Villahermosa.
Amigo de Dios, llevando las cosas a tales extremos... He hablado en hipótesis, señor don Alejandro, y nada inverosímil por cierto... Y ¡qué demonio, hombre! desde luego puede apostarse la cabeza a que ese caballerito, con todos sus caudales y sus vuelillos y hopalandas de letrado, no es capaz de arrojarse a la mar para sacar de ella a su prima, como lo ha hecho el otro.
Palabra del Dia
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