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Actualizado: 28 de junio de 2025
Siendo pues ansí, que las armas requieren espíritu, como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objeto más noble fin.
Ahora, ya no era sólo la amargura de haber despojado a una familia venerable; asaltábame el remordimiento de haber privado a la sociedad de un personaje fundamental, un letrado perito, columna del Orden, apoyo de las instituciones. No se puede arrancar a un Estado una personalidad que vale veinte millones de pesetas sin perturbar su equilibrio. Esta idea era mi desesperación.
¿Es posible dije interrumpiendo á don Pelegrín que sólo tres estudiantes salieran de Santander en un año? Y era mucho salir me contestó en tono enfático. Repare usted que estaba carilla la carrera de letrado.
Salió, en fin, Sancho, acompañado de mucha gente, vestido a lo letrado, y encima un gabán muy ancho de chamelote de aguas leonado, con una montera de lo mesmo, sobre un macho a la jineta, y detrás dél, por orden del duque, iba el rucio con jaeces y ornamentos jumentiles de seda y flamantes.
-Sí siento -dije yo-; y me querría ir a tomar mi caballo y a casa. La muchacha quedó satisfecha y con lástima de mi caída, mas el don Diego cobró mala sospecha de lo del letrado, y fue totalmente causa de mi desdicha, fuera de otras muchas que me sucedieron.
Pero si metían sus manos aquellos arregladores que predicaban contra los ricos, ¿quedaría el mundo mejor?... Cada uno para lo que ha nacido, y que se conforme con su suerte continuó el albañil . Yo también he visto algo, Isidro, aunque no sea letrado como tú... ¿Cuál es la cosa mejor organizada en todas las naciones y que marcha más derecha?... No me negarás que es el ejército.
Esta sola razon es bastante para que los hombres no se contenten con el estudio de una ciencia, porque teniendo noticias de muchas cosas, no será tan facil que les engañen los peritos de que han de fiarse; y por esta ignorancia sucede, que un gran Teólogo busca para curarse á un mal Médico, y un buen Filósofo yerra en la eleccion del Letrado para mantener y guardar su hacienda.
1 El letrado del cielo, de D. Juan de Matos. 2 La más dichosa venganza, de D. Antonio Solís. 3 La fingida Arcadia, de D. Agustín Moreto. 4 Cuantas veo tantas quiero, de D. Sebastián de Villaviciosa y D. Francisco de Avellaneda. 5 La condesa de Belfor, de D. Agustín Moreto. 6 No hay contra el amor poder, de D. Juan Vélez de Guevara. 7 Sin honra no hay valentía, de D. Agustín Moreto.
El cura le dijo que tenía mucha razón en todo cuanto había dicho en favor de las armas, y que él, aunque letrado y graduado, estaba de su mesmo parecer.
Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras, vengamos ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de las armas, y véase cuáles son mayores.
Palabra del Dia
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