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Genoveva, ¿quieres leer este trozo de la vida de Santa Isabel? dijo alargándole el libro. Con mil amores, señorita. Mira, ahí donde dice: Cuando su marido... Genoveva comenzó a leer para el párrafo; pero muy presto la interrumpió María, diciéndole: No, no; lee en voz alta.

»Con frecuencia habla también al retrato de su hija, a aquel famoso retrato de Champmartín por cuya posesión manifestaba usted tanto interés. »Nunca abre un libro, ni una carta, ni lee periódicos, ni recibe a nadie. Ha muerto para el mundo de los vivos: únicamente vive él para la muerta. »Ya está usted tan enterado como yo de lo que ocurre en Ville d'Avray.

LUCY. ¡Oh! ¡No lee, porque yo no le dejo tiempo para ello...!

Hoy, imposible. Venga usted mañana. Y al día siguiente: ¿Está? ; pero muy ocupado. Pásese usted por aquí más tarde. Y después: ¿El señor?... Se ha ido enfermo. ¡Cómo ha de ser! Volveré mañana. Y la persecución continúa sañuda, implacable, hasta que el señor X..., vencido, obsesionado, lee la comedia.

No se puede negar que Doña Blanca tiene mucho talento y es una santa. Sabe más de las cosas de Dios que todos los predicadores juntos. Reza muchísimo; lee y estudia libros piadosos; lleva una vida ejemplar y penitente, y hace muchas limosnas á los pobres y á las iglesias; pero, á pesar de tantas virtudes y excelentes prendas, nada tiene de amable. Antes al contrario, es terrible.

Desde las once de la mañana está lleno de gente que charla, que lee por cima algún periódico para saber las noticias, y que juega al tresillo. Personas hay que se pasan diez o doce horas al día jugando a dicho juego. En fin, hay aquí una holganza tan encantadora que más no puede ser. Las diversiones son muchas, a fin de entretener dicha holganza.

Dos años antes de esta fecha, en 1591, á causa de las deudas que Guerrero había contraído en Roma, fué detenido en Sevilla, como así se lee en el acuerdo de 21 de Agosto, en el que para tratar del asunto, se habla del dinero «que debe de Roma, por lo que está preso y mandado llamar para ver lo que en ello se haga y se traiga relación de lo que le daban en tiempo de Farfán al maestro Guerrero, de más de media ración

En el testamento de Pedro Garcia de Quesada, otorgado á 9 de Marzo de 1520, en la enumeración de sus bienes se lee: «yten vu esclabo moro del cabo de hedad de quince á diez y seys años, herrado en la cara en vn carrillo con una S. y enotro vn clavo que se dice abrahem el cual compre de Gonzalo de Toledo mercader ...»

Alfonso parece conformado con esta soledad; trabaja, lee, escribe; siempre en su cuarto; por la noche, junto al hogar, se habla con los vecinos de las derrotas de nuestro ejército y de las calamidades que las locuras de Bonaparte han atraído sobre Francia.

Pues en no confesar que creyó usted encontrarse con una pampita... legítima... inculta; y al oírme hablar no ha podido menos que pensar que, necesariamente, debo haber sido educada en Buenos Aires... ¡Aquí también hay, señor, quienes enseñan a leer... y hay libros... no crea!... ¿Usted lee mucho? le preguntó Ricardo, visiblemente confundido.