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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Aquel bestia no le permitía que me viera y hablara sin estar él presente, y ella, delante de él, apenas alzaba del suelo los ojos; tan aterrorizada la tenía. Una noche, según me contó la patrona, la quiso matar el muy bruto. ¿Sabes por qué?, porque me había mirado. Así lo decía él... Me puedes creer, como esta es noche, que Fortunata no me inspiraba sino lástima.
Ningún Galiano se rinde, y tampoco un Butrón debe hacerlo». Lástima es dije yo , que estos hombres no hayan tenido un jefe digno de su valor, ya que no se les encargó del mando de la escuadra. Sí que es lástima, y verá usted lo que pasó. Empezó la refriega, que ya sabrá usted fue cosa buena, si estuvo a bordo del Trinidad. Tres navíos nos acribillaron a balazos por babor y estribor.
Por un movimiento natural los miró Candido con mas atención que á los demas forzados, arrimándose a ellos con lástima; y en algunas facciones de sus desfigurados rostros le pareció que se daban un poco de ayre á Panglós, y al otro desventurado jesuíta, al baron, hermano de Cunegunda.
Habríais sentido lástima al verle tan consumido. Sólo le quedaban los huesos y la piel, después de tantos esfuerzos. Parecía tener dos siglos más que su edad. En cambio, Eva podía pasar por su biznieta. Esto último no sorprendía al tío Correa.
Claro está que al imaginarlo no se apenó como si se tratara de una hija suya; pero se disgustó y, sobre todo, aprovechó la ocasión para acrecentar con justa causa su odio hacia don Juan; casi alegrándose por tener motivo que atizara su deseo de venganza. Consideró a Cristeta seducida, abandonada, y le dio lástima; mas el sentimiento que le dominó fue el rencor.
Todos las emplean, todos se dan cuenta á si mismos de lo que significan, pero cada cual á su modo; resultando una algarabia que lastima á los buenos pensadores. «La igualdad de los hombres, dirá un declamador, es una ley establecida por el mismo Dios.
Sé hasta rencoroso contigo por tus culpas, débil hasta la exageración con las del prójimo; que el hombre debe ser tan avaro de virtudes como pródigo de perdones. Si la persecución te maltrata o la ironía te hostiga, recibe a la primera con mansedumbre y a la segunda con piedad; pues si la maldad debe hallarnos pacientes, el sarcasmo ha de inspirarnos lástima.
Está imaginando cosas que no tienen ningún fundamento. Nada hay de lo que usted sospecha. Así, es inútil que me hable con ese modito de lástima. ¿Pero qué sospeché yo? Le pido, le suplico que me hable con sencillez. No puedo hablarle con sencillez. ¿Yo sospeché?... La sencillez sería el silencio, y por demasiado tiempo he hablado en esa forma. También tiene su atractivo hablar complicadamente.
¡Qué imprudente he sido al encargarme del secreto de otra! ¡Cómo me arrepiento de esta fatal condescendencia y del movimiento de lástima que me impulsó a ello! Mi padre está un poco triste y preocupado, aunque se esfuerza por no dejarlo ver. Estaba acostumbrado a la idea de que Máximo sería su hijo, él mismo me lo ha confesado.
Sí, hija mía, le conozco y me da mucha lástima... Bastante se ha hecho en la casa por aliviar sus penas y combatir sus manías... Pero Dios no ha querido. Contra
Palabra del Dia
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