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Actualizado: 25 de junio de 2025


46 que hallando una preciosa perla, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. 48 la cual estando llena, la sacaron a la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera. 49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50 Y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el crujir de dientes.

Y con este pensamiento confortante, el sueño tranquilo de los justos acudió de nuevo a mis sienes, y no me desperté hasta las nueve de la mañana. Vestime con premura y salí a la calle sin saber adónde iba, pero con la resolución incontrastable de ir a alguna parte. Por lo pronto, los pies me llevaron a casa del conde del Padul. El señor conde y la señorita vienen pasado mañana.

Deploro que España, la Italia del Océano, como la Italia es la España del Mediterráneo, ande todavía á vueltas con esa confusion, con esa algarabía que se llama zarzuela. En este momento viene á mi memoria el teatro de Jovellanos, y ¡cuan mezquino me parece! No obstante, hay que ser justos.

Pero aquellas palabras le hicieron considerar más tarde, cuando se retiró a su casa, que estaba causando mucho mal a Rosa: se echó justamente la culpa de lo que la pasaba: convino consigo mismo en que su comportamiento dejaba mucho que desear en la ocasión presente: consideró que sería más noble apartarse de ella pronto, antes que sintiese un verdadero y fuerte interés por él; y, por último, falló que a los quince días justos, a contar del de la fecha, se despediría de aquellas altas montañas, verdes praderas y río cristalino, para la villa y corte de Madrid.

A Juan Bautista 20 ducados por una danza de indios. A Pedro Montiel 400 rs. por un carro de «El Sembrador.» A Andrés del Castillo 32 ducados por un carro de «El Convite celestial.» A Bartolomé Romero 20 ducados por una danza de villanos de un desposorio. A Alonso de Capella 40 ducados por el carro de la Batalla de la muerte de los justos á la vida de los viciosos.

El deseo de adelantar, de cumplir con el deber, de llevar á cabo grandes empresas, el doloroso pesar de no haber hecho de nuestra parte todo lo que podíamos y debíamos, el rubor de vernos excedidos por aquellos á quienes hubiéramos podido superar, son sentimientos muy justos, muy nobles, excelentes para hacernos avanzar en el camino del bien.

Tuvo deseos de salvar á tantos inocentes, pensó escribir y dar parte á la justicia; pero un coche vino y bajaron el P. Salví y el P. Irene, ambos muy contentos, y como nube pasagera, se desvanecieron sus buenos propósitos. ¡Qué me importa? se dijo ¡que paguen los justos con los pecadores!

Fué, pues, el caso, que un cristiano de la misma nación, habiendo apostatado de la y religión cristiana, murió, por justos juicios de Dios, pertinaz en su apostasía. Este, por permisión divina, se apareció, á pesar del infierno, á muchos Chiriguanás, diciéndoles cómo por haber desamparado la religión cristiana, estaba condenado á arder en llamas eternas.

43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. 44 También, el Reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. 45 También el Reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;

44 Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o huésped, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 46 E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna. 1 Y aconteció que, como hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos:

Palabra del Dia

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