Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
Después de pasar rápidamente por todas las puertas abiertas, se detenía ante la del jardín y se ponía a llamar a ella, sin apresurarse, insistentemente, de un modo monótono, con intervalos regulares.
Las bandadas de pájaros piaban sobre los árboles del jardín, estremeciendo las hojas con sus aleteos juguetones como enardecidos por la primavera que llegaba para ellos fiel y puntual como todos los años.
Luz y flor las veréis en el nuevo jardín cuya fronda es de paz, cuyo ambiente es cordial; unas veces dirá su quimera un violín y otras veces de amor, Chaminade y Chopín, en el clave dirán la sonata inmortal.
»A las doce, después que he gastado una poca tinta, almuerzo. Creo que es malsano trabajar después de comer. Y ésta es la causa de que yo dé un pequeño paseo. Algunos días voy al Retiro, que es un gran jardín con muchos árboles; otros, si el tiempo es desapacible, me meto en el museo de Pinturas. A la hora en que yo voy al Retiro no hay nadie.
No lo sé repuso Rafael ; lo que sé es que la carta dice lo siguiente: «Os agradeceré que hagáis conocer a mi recomendado las mujeres más bellas y amables, las reuniones más escogidas y las antigüedades más notables de la hermosa Sevilla, ese jardín de las Hespérides.» Jardín del Alcázar querrá decir observó la marquesa.
A los barrenderos se les dan vestidos de 45 ducados; parece que se les podrían continuar así; y lo mismo a los jardineros del jardín del Emperador y de la Priora; pero podría servirse V. Magd. de mandar que a los jardineros que entraren, en lugar de los que ahora lo son, se les reformen.
Pero consideraba indispensable imitar á este rudo adversario, para que las condiciones del combate fuesen iguales. Mientras se despojaba de la parte superior de su uniforme, se abrieron en la penumbra lunar del jardín las rojas estrellas de varias antorchas.
Las vidrieras eran pequeñas, la abertura estrecha, por lo cual no podía mover el brazo con desahogo; no obstante, la puerta cedió rechinando sobre sus goznes. El duque se asustó ante aquel ruido y pensó que todo estaba perdido. Retrocedió hasta el fondo del jardín y trepó a un árbol, con los ojos fijos en la casa y el oído abierto a todos los ruidos.
Los asientos tapizados de seda rosa, igual a la que adornaba los planos de las paredes, estaban ocupados por señoras. El ambiente era más limpio que en el jardín de invierno, donde una atmósfera de humo de habano y tabaco oriental con perfume de opio flotaba sobre las plantas.
Muchas veces, Jaime, siendo niño, se había asomado para contemplarse allá abajo, en la pupila circular y luminosa de sus aguas dormidas. La calle estaba solitaria. Al final de ella, junto, a las tapias del jardín de los Febrer, veíase la muralla de la ciudad, y abierto en esta muralla un portalón con barrotes de madera en su arco, iguales a los dientes de una boca enorme de pescado.
Palabra del Dia
Otros Mirando