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Actualizado: 23 de septiembre de 2025
He visto a cuatro alemanes que asían a Dubreuil, el gordo, amigo de los aliados; le han tendido en el banco de piedra que hay a la puerta de su casa, y uno de aquéllos, un hombre alto y delgado, le ha dado no sé cuántos estacazos en las costillas. ¡Je, je, je! ¡Cómo gritaría el muy bribón! Apuesto a que ha negado algo a sus excelentes amigos; por ejemplo, el vino que tiene del año once.
¡Que no disfruto de nada! ¿Tú crees que no es nada burlarse de los gendarmes, de los investigadores, de los carabineros, irritarlos, despistarlos y oír decir por todas partes: «Ese granuja de Marcos, ¡qué listo es!... ¡Cómo hace lo que quiere!... Es capaz de acabar con todo el Estado...» Y esto y lo otro. ¡Je, je, je! Te aseguro que es el placer mayor del mundo.
¿Est-ce que vous m'appelez, monsieur? Pas du tout. Je n'ai rien dit. Á l'hôtel des
D. Benito le volvió a la realidad. Vamos a ver, señor mío, desembuche usted.... «Solos estamos los dos, solos delante del cielo...». ¡Je, je!...
La joven guardó silencio. Ahora no importa nada prosiguió porque ya están todos los frutos recogidos; pero si hubiera caído antes, no nos deja ni una castaña ni un grano de maíz; ¡je, je! Granate sintiose feliz al emitir esta idea, a juzgar por la expresión de placer que brillaba en sus ojos.
Al mismo tiempo le regocijaba pensar en el mal gesto que pondrían aquellas gentes ante su presencia inesperada. ¡Caería en Las Arenas como una bomba. ¡Je, je, je! Y riendo se despidió del capitán, para subir en el tranvía. Cuando á media tarde entró en el hotel de Sánchez Morueta, encontró en un salón á su prima y su sobrina con el imprescindible Urquiola.
¡Je, je! El tenorio volvió a reir como el conejo. No era cobarde: al contrario, tenía fama de quisquilloso y espadachín: pero, como casi todos los valientes, necesitaba público. La perspectiva de una muerte oscura a manos de un loco, no le hizo maldita la gracia.
Esa mujer va á cometer un disparate, exclamó vivamente mi compañera, y yo no esperé más. Bajo en el acto, me voy á casa de la lechera de la vecindad, la llamo la atencion sobre el estado de Luisa, y la buena Madama Fonteral deja inmediatamente su quehacer, me mira de un modo cariñoso y benévolo: ¿Que voulez-vous que je fasse?
Luego exclamó: ¡que je suis malheureuse! ¡J'arrive tard toujours! Despues de estar en la misma actitud dos ó tres minutos, hizo un ademan de forzosa resignacion, y se volvió con sus dos niños. Nosotros permanecimos en el muelle, hasta que el buque desapareció. Ver un vapor en medio de una ciudad populosísima, como si nos hallásemos en las márgenes del Océano, es un panorama que me tiene encantado.
¡Je, je! rió maliciosamente el confesor. No está mal la resolución. Pero nosotros, esas conversiones de última hora con vistas al matrimonio, las miramos con desconfianza: dan siempre malos resultados. El Padre Paulí es viejo y sabe mucho del mundo para que pueda engañarlo un boquirrubio de esos á la moderna.
Palabra del Dia
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