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Perezoso, afecto a la embriaguez, irascible, camorrista y valiente como era, comenzó a turbar con frecuencia la paz de este pueblo, tan tranquilo siempre, y no pocas veces, con sus escándalos y pendencias, puso en alarma a los habitantes y dió que hacer a sus autoridades.

Don Román, severo e irascible, dictó nuevas órdenes, amenazó con duros castigos, y luego, haciendo un gesto de dolor, pronto borrado por una expresión resignada de tristeza, vino al estrado. Siéntate, siéntate aquí, en este sillón. ¡Qué gusto me da verte! Cuando te fuiste creí que no me volverías a ver.... Estoy ya muy viejo. ¿No me ves? En Febrero cumpliré los setenta y dos.

El barón, radiante de alegría, le contemplaba fijamente con ojos socarrones, aprovechándose de su ausencia temporal para escanciarse otra copita, «de nonescomo él decía. Era constante particularidad de aquellas dulces sesiones el que la ginebra trocase el carácter de ambos. El genio irascible, impetuoso del barón se dulcificaba de modo inverosímil.

Si se ha de decir la verdad, Amparo, naturaleza violenta, irascible, sin pizca de imaginación y de inteligencia limitadísima, habíase olvidado enteramente del desabrimiento que con la Socorro había tenido; le dirigía la palabra con la misma confianza y desenfado que antes.

Poco desarrollada aún por virtud de su crudelísima infancia, por la vida sedentaria, después, del convento, en cuanto cambió de clima y de forma de vida adquirió en dos o tres años la elevada estatura y las majestuosas proporciones con que hoy la vemos. Sus partes morales dejaban bastante más que desear. Era su temperamento irascible, obstinado, desdeñoso y sombrío.

Primero, una logrera irascible que se fué echando chispas, muy quejosa del abogado; después unos indios que entraron tímidos y respetuosos, con el sombrero entre las manos, vestidos de limpio, al hombro el zarape purpúreo. Traían para don Juan un par de pavos. ¡Qué pavos! ¡Que ni de encargo para un mole en los callejones de Barrio Viejo el día de Difuntos! Habló el más listo.

Por último le dijo: «tiene un carácter dulce». Y entonces el sabio heleno, el más sabio de los siete sabios, estampó la unidad a la izquierda de todos los ceros que había ido poniendo, para demostrar que sólo así adquirían valor las demás cualidades. Todo es grato al lado de una mujer dulce: todo es amargo al lado de una irascible.

Mas hete aquí que, apenas lo hubo efectuado, saltó hecha un basilisco Micaela, la más irascible de las cuatro nereidas que nadaban en las profundidades de la morada del Jubilado: ¡Qué desvergüenza!... Esos no son juegos decentes, sino suciedades... No me extraña de Núñez, porque los hombres ¿a qué están?

Emma, cada día más aprensiva y más irascible, exigente y caprichosa, había llegado a complicar el tratamiento de sus enfermedades reales e imaginarias hasta el punto de que, el mismo Bonifacio, a pesar de su gran retentiva y experiencia, había necesitado recurrir a un libro de memorias en que apuntaba las medicinas, cantidades de las tomas y horas de administrarlas, con otros muchos pormenores de su incumbencia.

Excusó la criada las explicaciones de su tardanza por el miedo que sentía de darlas, y se puso a la defensiva, esperando a ver por dónde salía doña Paca, y qué posiciones tomaba en su irascible genio. Algo la tranquilizó el tono de las primeras palabras con que fue recibida; esperaba una fuerte reprimenda, vocablos displicentes.