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Actualizado: 22 de junio de 2025
Más tarde su carácter se hizo irónico. ¿Ustedes son peladas? preguntaba riendo a las hermanas. Y las amenazaba con arrancarles la toca. Un día sugirió a dos compañeras la curiosidad de saber si efectivamente eran las monjas peladas. En el vasto dormitorio común, separaba las camas de las colegialas un cortinado que les hacía como estrechas celdillas.
A nuestro joven le pareció tan linda en aquel momento, sin saber por qué, que, después de contemplarla extasiado un rato y sentir cierto cosquilleo tentador por el cuerpo, se arrojó a decir en tono de burla, pero con voz temblorosa: Tú no quieres a nadie más que a mí, ¿verdad, Rosa? ¡Ya lo creo!... Lo mismo que usted a mí. ¿De veras? ¡Vaya! El tono de la joven era irónico.
D. Narciso dejó escapar una risita maligna y dijo con acento irónico: ¡Mire usted cuántas cosas sabe de teología moral la señorita! Habrá que declararla doctora de la Iglesia, como a Santa Teresa. ¡Caramba, tampoco está mal eso! ¡jo! ¡jo! ¡Conque doctora de la Iglesia! ¡jo! ¡jo!... ¡Pero qué perverso es este D. Narciso! ¡Jo! ¡jo! ¡jo!... ¡Es mucho D. Narciso!
Puede que hubiera podido hacerle a usted su horóscopo y el de Luciana... No sabía que era usted nigromántica; de otro modo, hubiera recurrido ciertamente a sus luces sobrenaturales... ¡Ah! ¡Ah! Es usted irónico... se burla usted... Yo no soy, sin embargo, una visionaria, amigo mío, y lo que veo lo veo bien. ¿Y qué ve usted? Una guapa muchacha y un buen mozo. Nada más, por el momento.
Quería contar de un golpe toda la historia de sus amores: se extrañaba de que Aresti no sintiera el mismo entusiasmo que él y le escuchase con gesto irónico, que daba á su cara una expresión de Mefistófeles bondadoso. ¡Ay, qué tarde aquélla, en la que Pepita, paseando por su jardín de Las Arenas, y aprovechando una corta ausencia de su madre, le había contestado afirmativamente!
Se entendía con los jardineros. En cuanto las lluvias de invierno se inauguraban, después del irónico verano de San Martín, a Frígilis se le caía encima Vetusta y sólo pasaba en su recinto los días en que le reclamaban sus árboles y sus flores.
Clara, en cuya portada, de piedra arenisca deleznable, parece ya irónico el sentido del lema non nobis sed saltem posteris que lleva al frente.
Se había dejado la puerta del salón entreabierta y me fué inevitable oir estas palabras pronunciadas por el señor Laroque con el tono de bondad, aunque un poco irónico que le es habitual: ¡Vaya, vaya! no se puede comprender á Laubepin, que me anuncia un muchacho de cierta edad, muy sencillo, muy juicioso, ¡y que me envía un señor como éste!
Sí, querido, sí; hablo de veras respondió la dama con la misma sonrisa triste y protectora. ¡Eso no puede ser!... ¡no puede ser! profirió él con energía, levantándose del asiento y mirándola colérico y espantado al mismo tiempo. Aquella mirada bastó para remover la soberbia de Clementina. ¡Vaya si puede ser! replicó en tonillo irónico que resultaba en aquella ocasión de una crueldad feroz.
Estaba contenta porque un acontecimiento inesperado había entregado indefensa a sus manos a aquella mujer a quien odiaba. Al entrar la viuda murmuró algunas palabras de disculpa; pero la condesa no le dejó tiempo para hablar claramente y exclamó en tono irónico: ¡Ah, ah! ¿Estáis aquí?
Palabra del Dia
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