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Actualizado: 23 de noviembre de 2025


Desde allí, y de atrás, acechó a su compañero, recogiendo el revólver caído; pero Podeley yacía de nuevo de costado, con las rodillas recogidas hasta el pecho, bajo la lluvia incesante. Al aproximarse Cayé alzó la cabeza, y sin abrir casi los ojos, cegados por el agua, murmuró: Cayé... caray... Frío muy grande...

Acabó por adormilarse, que no eran para menos la inacción en que se encontraba, la insistencia de un mismo pensamiento, esto es, su casa y su cocina, y el lento, contínuo, incesante rumor de la lluvia. De repente le hizo volverse despavorido una mano que se apoyó fuertemente en su hombro. Encontró delante de al padre Aliaga.

La muchedumbre era cada vez más numerosa en torno de su cuerpo y en las profundidades del bosque. El zumbido de sus palabras y sus gritos iba en aumento. Se presentía la llegada incesante de nuevos grupos. Por entre los cuatro aeroplanos inmóviles al extremo de sus cables volaban otros completamente libres, que se complacían en pasar y repasar sobre la nariz del prisionero.

Una honda tristeza dominaba a toda la familia. Sin embargo, su digno jefe D. Pantaleón, por virtud de una actividad incesante, atenta siempre a los hechos, aun los más insignificantes, del mundo de la Naturaleza, y resguardado por las grandes verdades del orden físico y químico que había podido adquirir, se hallaba fuera del alcance de toda emoción penosa.

La resolución de este gran problema le agitaba a todas las horas del día y en muchas de la noche. Su labor era incesante, hasta el punto de no dejarle pensar ni sentir apenas otra cosa. Sin embargo, en los actuales momentos un suceso, al parecer insignificante, le preocupaba bastante, le tenía más silencioso y meditabundo que de costumbre.

Todos sufrían la misma duda cruel: «No comprendemos.» Y su duda hacía aún más dolorosa la marcha incesante, una marcha que duraba día y noche con sólo breves descansos, alarmados los jefes de cuerpo á todas horas por el temor de verse cortados y separados del resto del ejército. «Un esfuerzo más, hijos míos. ¡Animo!

Ya hemos hecho mención del esmero calculado é incesante de Calderón en la traza y desarrollo del plan de sus comedias.

Todos estos árboles y estas rocas de granito parecían destinados á hacer un misterio del curso de este arroyuelo, temiendo quizás que su incesante locuacidad revelase las historias de la antigua selva.

Al menor intento de rebeldía estos hilos amenazadores podían animarse y retorcerse, haciendo presa en el coloso. Por las inmediaciones de la escollera iban y venían en incesante navegación dos buques de la escuadra, interponiéndose entre el prisionero y el mar libre. El profesor tuvo que retirarse sin poder hablar á su antiguo protegido.

Sus rostros cadavéricos, desencajados, daban miedo: su cuerpo se estremecía con incesante temblor, cual si estuviesen acometidos de terror pánico. En los semblantes de las damas, sonrosados y frescos, se dibujó el miedo y la angustia. El médico sonrió de aquel modo extraño que lo hacía, mirándolas con sus grandes ojos negros, insolentes. No es un cuadro muy agradable, ¿verdad? les dijo.

Palabra del Dia

vengado

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