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Actualizado: 23 de julio de 2025
Era de noche, cuando me hizo llamar... ¡Ay! pluguiera al Cielo que nunca hubiera hallado a tan pérfida mujer. Mi vida no estaría amenazada por un terror incesante y por arrepentimiento continuo. Mi corazón es honrado y soy incapaz de cometer espontáneamente una injusticia; pero la compasión que me inspiraba...
Después del sol, que lo renueva todo con sus rayos, el aire, que con sus vientos y la mezcla incesante de gases puede llamarse «hálito del planeta», el agua del arroyo es el principal agente de renovación.
La charla incesante, suave, monótona, de Gloria, donde se percibía el silbido continuo de la ese, me producía un mareo lánguido, cierto retardo voluptuoso, al cual contribuía el ambiente abrasador que se respiraba, el perfume penetrante de las flores y plantas de almoraduj y albahaca, entre las cuales aquella se sentaba.
Pero no se deben olvidar los síntomas que indican la sequedad de estas superficies, aunque solo sea accidental y momentáneamente, como la sequedad de la nariz que sobreviene al aire libre, mientras que el coriza, el romadizo y la acumulacion incesante de mucosidades en la nariz, constituyen el estado ordinario.
La incesante comunicacion en que están las inteligencias entre sí y con el universo, prueba que hay un punto de reunion para todo.
Salían suspiros de agonía de entre los espesos mantos; las rudas caras, encuadradas por el capuchón, contraíanse con crispaciones de dolor infantil, exhalando lamentos de pequeñuelo enfermo. El dolor se licuaba con una incesante secreción, mezcla de sudor y lágrimas.
Salabert era un terrible sobrestante para sus operarios, un verdadero mayoral de ingenio. No los dejaba reposar: les exigía un cuidado incesante: jamás se le daba gusto en nada. Se trataba un día de trasladar cierto armario de ébano tallado, desde el salón que iba a ser de conversación, a la sala destinada a jugar.
Se adivinaba fuera del parque un gran movimiento de tropas. Pasaba otro cuerpo de ejército con sordo rodar de marea. Las cortinas de árboles ocultaban este desfile incesante que se dirigía hacia el Sur. Un fenómeno inexplicable conmovió la luminosa calma de la tarde. Sonaba á lo lejos un trueno continuo, como si rodase por el horizonte azul una tormenta invisible.
Se hallaba en el último escalón de la desgracia. Había intentado fugarse perforando el suelo en un arranque de desesperación, y la vigilancia pesaba sobre él incesante y abrumadora. Si cantaba, le imponían silencio.
Habían desaparecido las riberas, y en la obscuridad, más allá del círculo rojo de la antorcha, sólo se veía agua y más agua, una inmensa sábana que se desarrollaba en incesante movimiento, arrastrándoles en sus ondulaciones.
Palabra del Dia
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