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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Había venido á la Costa Azul en una de sus correrías de personaje byroniano, y en ella se quedó, no queriendo ver más mundo. La pasión del juego era la única voluptuosidad inagotable para este hombre que las había gustado todas y estaba aburrido de la mayor parte de ellas.

De ahí toda la vida de la religión, toda la esencia de sus doctrinas, toda la fuerza de sus dogmas, toda su idea del universo mundo. Sobre cuanto existe, Dios, fuente inagotable de dulzuras eternas, fuerza en constante trabajo, que jamás disminuye ni merma, causa insondable, secreto impenetrable; misterio tanto más grande, cuanto mayor sea la inteligencia humana.

Cierto que acepta las sustancias animales inherentes al puchero, pero es como precepto medicinal más que como verdadera satisfacción. Y fuera de esto y de algún huevecillo, seguro está que ninguna Granadina se recete motu proprio otros manjares que ensaladas, ensaladillas y ensaladetas, en cuyo ramo su inventiva es inagotable.

Quintanar era inagotable en el capítulo de las quejas y de la envidia pequeña, al pormenor, cuando se trataba de su amigo íntimo, de su Frígilis; se sentía dominado por él y desahogaba la colerilla sorda, cobarde, bonachona en el fondo, en estas confidencias; Mesía era una especie de rival de Frígilis que asomaba; don Víctor encontraba cierta satisfacción maligna en la infidelidad incipiente.

Cursó la segunda enseñanza en un colegio de jesuítas, del que salió, como su desdichado «Sebastián Roch», llevando en el alma, «el odio al cura, odio inagotable y fecundo, capaz de llenar toda una vida».

El Ariosto, el Tasso, Petrarca, eran el permanente norte de su emulación. Sin embargo, aun poseyendo el inagotable torrente de inspiración de todos sabido, aun siendo dueño de un muy grande saber de humanidades, de una erudición muy extensa, jamás acertó Lope a componer obra alguna de este tipo que pueda decirse afortunada.

Doña Anuncia se puso en pie al lado de la chimenea pseudo-feudal: dejó caer sobre la alfombra La Etelvina, novela que había encantado su juventud, y exclamó: Señorita... hija mía; ha llegado un momento que puede ser decisivo en tu existencia. La caridad es inagotable, pero no lo son nuestros recursos.

En ocasiones traslada á la corte á campesinos y explota el contraste de sus hábitos antiguos con los nuevos modales, que intentan adoptar, convirtiéndolos en fuente inagotable de las más ingeniosas y agradables ocurrencias.

Y sonrió por última vez a Ojeda, como si contemplase en él un socio futuro de las grandes empresas ofrecidas generosamente. Al verse libres los dos amantes de su verbosidad serena e inagotable, huyeron del banco, continuando el paseo.

Tenía a Juan de pie delante de la cama durante horas enteras, lo interrogaba, y frecuentemente toda la noche transcurría en discusiones interminables. La paciencia del joven era inagotable y pasaba, sin lamentarse, de la labor del día a la fatiga de las noches. María Teresa se habituaba también a confiar en su presencia.

Palabra del Dia

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