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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Pidiéndola nombres de aquellos valientes y caritativos convecinos, citóme el primero a don Sabas, que no faltaba nunca a esas llamadas, por considerarse necesario como cualquier otro para atender al negocio de la vida del socorrido, y único en su parroquia para el negocio del alma, si llegaba a tiempo y desgraciadamente no alcanzaba ya para otra cosa; después me nombró al médico, que no cabía en su casa en cuanto sabía que estaba algún convecino en la apurada situación de Pepazos; luego a Chisco, uno de los hombres más arrojados, más fuertes y más entendidos para aquella casta de faenas; y después de nombrarme a otras personas que no me eran tan estimadas, por haberlas tratado menos, cerró la cuenta con Pito Salces, mozo capaz de los imposibles, siempre que hubiera a su lado quien le impidiera hacer una barbaridad; y tres perros de buena nariz, uno de ellos Canelo.
Además, nuestra presencia tal vez impidiera al buen Jeromo sorber la salsa que queda en la cazuela del guisado, y á su mujer pasar el dedo por la tartera de las tostadas para rebañar el azúcar, y al seminarista apurar «hasta verte, Jesús mío», el vaso de vino blanco. Volvamos á la misma cocina una hora más tarde.
Parecía registrar la casa; se asomaba a las fétidas alcobas, daba vueltas sobre un tacón, palpaba las paredes, miraba debajo de las sillas, revolviendo los ojos con fiereza y haciendo unos aspavientos que harían reír grandemente si la compasión no lo impidiera. La vecindad, que se divertía mucho con el dengue del buen ido, empezó a congregarse en el corredor.
El Ingles su derrota y su camino Siguió, sin que persona le impidiera: Despues Diego de Flores tras él vino, Y viendo ser ya tarde se volviera; Tomó Sotomayor el Argentino. Sarmiento caminò, que no debiera: Al Estrecho llegò, dó pretendia, Mas poco le ha durado su alegria.
La intensidad del reposo del ministro era tanto más notable, cuanto que era una de esas personas de sueño por lo común ligero, no continuado, y fácil de interrumpirse por la menor causa. Pero su espíritu no estaba tan hondamente aletargado, que le impidiera moverse en el sillón cuando el anciano médico, sin ningunas precauciones extraordinarias, entró en el cuarto.
Señora, espere usted, por Dios, á que venga mi protector: yo se lo ruego por la gloria de su madre. La idea de que viniera Coletilla é impidiera la expulsión de la huérfana, puso á Salomé en grave peligro de que le diera el quinto ataque. ¡Qué agonía! dijo sentándose. Francamente, nuestra excesiva benevolencia nos trae á estos extremos.
Si la dignidad de varón no se lo impidiera, seguramente su primer acto aquella noche hubiera sido coger por el moño á doña Paz y hacerle inclinar la cabeza hasta el suelo. Lo urgente y decoroso era suspender relaciones con aquel hombre fanático, que le parecía más repugnante después que se reunía descaradamente con los jóvenes exaltados, y hasta llegaba á darse el título de liberal.
Jamás creyó mi padre que la Revolución le impidiera guardar fidelidad al honor de su bandera. Una casita en el campo medio arruinada y quinientos pesos de renta, no eran lo suficiente para sostener con algo de holgura a su esposa y a los muchos hijos que rodeaban la mesa a la hora de comer.
Los propietarios de la villa Cyclamens habían pensado primero en cambiar el nombre de la villa, temerosos de que aquel triste recuerdo impidiera que otros quisieran vivir en ella; pero en la próxima estación la solicitó expresamente un inglés movido por la curiosidad despertada en él por el drama de Ouchy.
Hasta parece que se dislocó un poco el tobillo izquierdo, sin que el dolor le impidiera acomodarse el zapato con serio y recatado ademán, dando amablemente las gracias a Pablito. Al contrario, la bella doña Inés sólo apoyó ligeramente su mano en el hombro del joven duque, y saltó con tanto salero y coquetería, que el mismo gran maestre don Fernando hubo de sonreírle.
Palabra del Dia
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