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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Era Rodolfo de carácter poco sufrido y probablemente no lo hubiera tomado con la imperturbable calma que yo demostré. Llegamos por fin a la catedral, cuya gran mole de piedra obscura, embellecida con numerosas estatuas y las puertas más primorosas entre las de todos los templos de Europa, se alzaba ante mí por primera vez, haciéndose comprender toda la audacia de mi conducta.
«Bien dijo Botín, sentándose otra vez y mirándose su pie pequeño como hacía en el Congreso . Ahora póngase usted el vestidito que usaba cuando iba a rezar a la iglesia con tanta devoción. Lo he dado. Yo no guardo pingos». Botín volvió a la alcoba. Tomó de una percha una bata, y ofreciéndola a Isidora con imperturbable frialdad, le dijo: «Póngase usted este».
Era un hombrecillo rechoncho, vigoroso, fiel a todos los ejercicios de su juventud, que tenía más fe en el juego de pelota que en los médicos, para conservar imperturbable salud. A los setenta años habíase casado, en segundas nupcias, con una joven noble y pobre, que le había hecho padre dos veces, y no perdía la esperanza de verse abuelo bien pronto.
No seas tonto; nada de ensartar. A concluir pronto, aunque sea con un rasguño. En aquel momento terminaban las bromas y estallaba el compañerismo. El conde encendió un cigarro puro con toda calma y dijo con la mayor naturalidad: Hasta luego, señores. Había una parte efectiva de valor en aquella actitud serena, imperturbable del conde; pero había también buena porción de esfuerzo y estudio.
No estaba triste ni siquiera preocupado ni aun en los momentos en que, según confesión propia, su imperturbable confianza había sufrido un poco. El despecho no se manifestaba en él más que por una especie de irritabilidad más aguda, y no hacía más, por decir así, que añadir un resorte de temple más seco a su audacia.
Sonriendo, el ilustre autor repuso: ¡Pero si yo no soy actor!... Soy Edmundo Rostand... ¡Ah! En tal caso replicó su interlocutor, imperturbable, mejoro mi oferta. ¿Le convienen á usted cuatrocientos francos?... La proposición, efectivamente, era tentadora, pero Rostand la rechazó; los tiempos varían: el gran Molière, en su lugar, seguramente la hubiese aceptado.
El capitan había contraido esta pequeña costumbre como para decir á sus palabras que salgan: ¡despacio, muy despacio! ¡Media máquina, vaya, media máquina! protesta desdeñosamente doña Victorina; ¿por qué no entera? Porque navegaríamos sobre esos arrozales, señora, contesta imperturbable el capitan sacando los labios para señalar las sementeras y haciendo dos guiños acompasados.
¿Y que falta hacía crear la ponzoña? El mal es en la tierra como piedra de toque para el alma. ¿Piensas que en prosperidad imperturbable sería mejor el hombre? Mira, Tirso, no me gusta probar ideas propias con testimonios ajenos; pero contesta a este raciocinio de Epicuro: ya ves si lo tomo de antiguo. A ver qué herejías paganas te han enseñado en la Universidad.
Demos que todo eso sea exacto replicó imperturbable Doña Blanca. Demos que los hechos son los mismos para V. y para mí. La diferencia subsistirá siempre en la manera de apreciarlos.
Fuera por haberme echado la cuenta del perdido, o porque hubiera realmente causa racional para ello, es lo cierto que llegué a tener gran confianza en la imperturbable serenidad de Chisco, y que no fui el último en romper a andar hacia la peña cuando éste dio la orden en estas palabras solemnes, después de santiguarse: ¡A la mano de Dios!
Palabra del Dia
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