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Actualizado: 27 de junio de 2025
Viendo D. Alvaro este gran desorden, hizo echar bando que cualquiera que matase uno destos que se iban al campo de los turcos, le diesen seis escudos, y así mataron algunos, y así no se huían tantos, y acaeció alguna vez que yendo á matar á los que se iban huyendo desta manera, los que iban tras ellos con sus armas para matallos, se huían también y se pasaban á los turcos, y había muchos que deseaban esta ocasión para huirse; y como los turcos vieron que los cristianos mataban aquéllos que se pasaban á su campo, en saliendo alguno, venían prestamente á defenderle, y al que tomaban á la hora le vendían, y ningún día había que entre día y noche que así de las galeras como del fuerte no se huyesen de 25 hasta 30 hombres, y destos, porque los turcos tenían relación cada hora de lo que se hacía de dentro del fuerte y en las galeras, y habían de mar y tierra aviso de todo, y la causa porque se huían era porque no les bastaba el agua que les daban, y porque era salada y les ponía más sed, y eran forzados de escoger este partido de irse con gran peligro de su vida á beber del agua de la gruta, la cual asimismo era salada, mas tan fresca, que con todo eso bebían hasta hartarse; mas pocos de éstos escapaban, y tenían por menos mal éstos ser captivos, que verse morir sin tener otro remedio, y no había día que por falta del agua de los enfermos y heridos no muriesen 25 ó 30 personas, y vinieron á comer los asnos y los caballos de una compañía que allí quedó, de la cual era capitán Bernardo de Quirós, y asimismo comieron los camellos que habían tomado á los moros, y una gallina se vendía por siete escudos, y no se hallaba, para los enfermos y heridos, y un cuartucho de agua de la cisterna se vendía, vez había, por medio escudo ó uno de oro.
En este caso, pues, entrevieron Mugeres por huir los tristes hados; Mas no pudo quajarse este concierto, Que fué por las mugeres descubierto. Huirse todos, se, lo deseaban, Que el temor de morir les incitaba, Y algunos ví que allí lo procuraban, Aunque el posible á todos les faltaba: Sobre esto muchas juntas se efectuaban, Y á algunos el juntar vida costaba.
A este tiempo le trajeron los Paraxís un indio Manacica, que hecho esclavo de aquel hombre, había tenido maña para huirse de él, y puesto en libertad se acompañó con los neófitos.
Los caballos no pueden defenderse, porque si el toro no hallase donde cebarse y tirase siempre los derrotes al aire, concluiría por huirse, como es natural, y no se podría lidiar en las otras suertes.
El aire caldeado no recogía del río ninguna humedad. Sentíase igualmente abrasador, insufrible, que en medio de la ciudad. La luz, al huirse, cambiaba poco a poco los colores del cielo, repartiendo sobre él infinitos matices, imposibles de nombrar. Sobre la tierra derramaba una triste palidez, que tornaba las cosas incoloras y las confundía y las borraba.
Vi y noté la ocasión que allí se perdió de no coger en el puerto toda el armada turquesca, porque todos los leventes y jenízaros que en ella venían tuvieron por cierto que les habían de embestir dentro del mesmo puerto, y tenían a punto su ropa y pasamaques, que son sus zapatos, para huirse luego por tierra, sin esperar ser combatidos: tanto era el miedo que habían cobrado a nuestra armada.
Por este tiempo los pastores ó curas de Yapeyú, atemorizados de los anuncios amenazantes, se disponian á huirse del pueblo, é irse á los reales de los Españoles: pero fué en vano, porque sus feligreses los guardaban ó custodiaban con diligencia.
Un renegado entró muchas veces á hablar con D. Alvaro; no se supo lo que trataba con él: algunos quieren decir que era echadizo, y así los renegados que hablaban cada noche desde sus trincheas con los nuestros decían que nos guardásemos, que nos engañaba aquel renegado, que estuviésemos avisados que quería huirse D. Alvaro del fuerte, que nos rindiésemos con tiempo, que nos harían todo buen partido.
Palabra del Dia
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