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Actualizado: 13 de julio de 2025


James regresó á su país sin perder un sólo hombre ni haber tenido un enfermo siquiera. El americano Wilkes y el francés Dumont d'Urville no iban tan bien provistos, de suerte que tuvieron que soportar mil peligros y las enfermedades los diezmaron. Más afortunado James, dando la vuelta al círculo antártico, penetró en medio de los hielos y halló una tierra real.

El ventisquero me representó un monstruo enorme de hielos puntiagudos que avanzaban á mi encuentro; ese mar de Granville, un ejército de olas enemigas que concurrían acordes al asalto. Mi huésped no era viejo, pero achacoso, enfermo. A pesar de que estábamos en agosto tenía cerrada la ventana.

Aquel panorama inmenso tiene todas las condiciones que constituyen la hermosura compleja, todos los contrastes posibles en la naturaleza europea: la grandeza y la pequeñez, la majestad imponente y el encanto, la fuerza y la suavidad, la luz esplendorosa y las sombras profundas, los colores alegres y las tintas melancólicas, la tristeza del invierno eterno de los hielos y el brillo de la vegetacion del verano, las maravillas de la mano de Dios y las pruebas del genio y la actividad del Hombre.... La Suiza entera parece desarrollar todas sus galas y todos sus horrores naturales en ese cuadro compuesto de millares de paisajes.

"En tanto que los míos andaban escudriñando y tanteando los bastimentos que había en el empedrado navío, a deshora, y de improviso, de la parte de tierra descubrimos que sobre los hielos caminaba un escuadrón de armada gente, de más de cuatro mil personas formado.

Empero esa lúgubre procesión que indica el mundo de los hielos, ese combate para evitarlos, dan más bien ánimo para avanzar que para retroceder. Hay en lo desconocido del polo cierto atractivo de horror sublime, de sufrimiento heroico.

Otro hacinamiento de escombros se formará poco á poco delante de la escarpa del ventisquero. Pues bien; á enormes distancias del valle, que pueden medirse, pasado éste, por decenas de leguas, se observan huellas indiscutibles de la antigua acción de los hielos.

Diversas son las causas que les señala: 1.º El encuentro violento de dos mareas, de dos corrientes; 2.º La súbita superabundancia de aguas pluviales en la superficie; 3.º La ruptura y rápido derretimiento de los hielos, etc. Otros añaden la hipótesis de los movimientos eléctricos, las conmociones volcánicas, que pueden sobrevenir en el fondo.

Otros quedan sepultados en las cumbres lívidas y al primer deshielo, sus compañeros entierran piadosamente los restos de aquel que les muestra cómo acaba la triste ruta de la vida. Don Salvador era uno de esos hombres; su voz, ligeramente ronca, revelaba que había pasado más de una noche terrible entre los hielos.

Su abuelo, Eugenio Estanislao Aubry de Chanzelles, soldado de Napoleón, al morir gloriosamente entre los hielos del Berezina, había dejado una viuda y ocho hijos. Esta numerosa familia demandó grandes gastos para ser educada y establecida.

Cuando el sol resplandece con todo su brillo, el calor directo y el que reflejan los hielos hacen padecer bastante al viajero: en apariencia hace más calor que en los valles, por la sequedad del aire, privado continuamente de su humedad por la árida superficie del ventisquero.

Palabra del Dia

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