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Actualizado: 13 de junio de 2025


Mas, era tarde: lo único que se encontró del célebre Franklin, fueron sus huesos. Mientras tanto, llevábanse á cabo algunos viajes más largos al par que más afortunados hacia el polo antártico. Aquí, nada de esa mezcla de tierra, mar, hielos y deshielos tempestuosos que constituyen la faz horrible de la Groenlandia; sino un gran mar sin límites, con oleaje fuerte y violento.

Tal monte cuyas nieves y hielos aparecen en pleno cielo por encima de las nubes, tal bosque en el que el viento ruge, ó tal riachuelo que corre susurrante por prados y valles, han hecho con frecuencia mucho más que formidables ejércitos por la libertad de un pueblo.

Así, pues, un número terrestre centraliza los hielos antárticos . En cuanto á nuestro polo ártico, los meses de abril y mayo de 1853 son para él una fecha notable. En abril encontróse el paso que durante trescientos años se buscara, hecho que fué debido á un afortunado exceso de desesperación.

Las de los ingleses eran otra cosa: hacíanse los preparativos con gran prudencia, aunque el resultado fuese idéntico. En 1845 el malogrado Franklin se perdió entre los hielos. Por espacio de doce años se le buscó, demostrando en ello Inglaterra una obstinación muy honrosa. Todos ayudaron en esta empresa, que costó la vida á americanos, á franceses y á súbditos de otras naciones.

Ese de África es colmillo vivo; pero por Siberia sacan de los hielos colmillos del mamut, que fue el elefante peludo, grande como una loma, que ha estado en la nieve, en pie, cincuenta mil años.

Veinte hombres a la vez no podían levantar la piel crinuda, en la que era de a vara cada crin. Y nadie ha de decir que no es verdad, porque en el museo de San Petersburgo están todos los huesos, menos uno que se perdió; y un puñado de la lana amarillosa que tenía sobre el cuello. De entonces acá, los pescadores de Siberia han sacado de los hielos como dos mil colmillos de mamut.

Algunas de estas nubes se yerguen en el horizonte bajo la forma de verdaderas montañas. Sus crestas y sus cúpulas, sus nieves y sus hielos resplandecientes, sus sombríos barrancos, sus precipicios dibujan todo su relieve con perfecta limpieza. Lo que hay es que los montes de vapor son flotantes y fugitivos; formólos una corriente de aire, y otra corriente puede destrozarlos y disolverlos.

A miles parece que andaban los mamuts, como en pueblos, cuando los hielos se despeñaron sobre la tierra salvaje, hace miles de años; y como en pueblos andan ahora, defendiéndose de los tigres y de los cazadores por los bosques de Asia y de África; pero ya no son velludos, como los de Siberia, sino que apenas tienen pelos por los rincones de su piel blanda y arrugada, que da miedo de veras, por la mucha fealdad, cuando lo cierto es que con el elefante sucede como con las gentes del mundo, que porque tienen hermosura de cara y de cuerpo las cree uno de alma hermosa, sin ver que eso es como los jarrones finos, que no tienen nada dentro, y una vez pueden tener olores preciosos, y otras peste, y otras polvo.

Y ésta, con incesante esfuerzo, continúa su viaje hacia la llanura; se extendería por los campos de la falda del monte, llegada hasta el mar, si la suave temperatura de los valles inferiores, lo tibio de las brisas y los rayos del sol no consiguieran fundir la parte más baja de sus hielos. En su carrera, el río sólido se las arregla lo mismo que uno de aguas vivas.

Que sus pasados lares do tenía sus amoríos sean sagrados. Esto ayudará no poco á hacerla nuevamente fecunda. En otros tiempos placíase en las bahías de California. ¿Por qué no dejarla en ellas? Así no se encaminaría en busca de los atroces hielos polares, de las míseras guaridas donde locamente se la persigue, impidiéndola juntarse y procrear.

Palabra del Dia

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