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Actualizado: 9 de julio de 2025
Entre ella y los jóvenes de la sociedad en que vivía, pronto había puesto el orgullo de Ana y la necedad de los otros un muro de hielo. «No se casarían con ella, había dicho doña Anuncia, porque era pobre; pero ella les tomaba la delantera, y los despreciaba por fatuos y adocenados».
Y como la Madre de Misericordia, no tiene corazón para negar su piedad a los ruegos verdaderos, fueron millares los que unánimes con notable ternura y afecto se lo pidieron, estoy creyendo firmemente, que por esta puerta entró la luz y el calor, que empezó a esparcir las tinieblas y a derretir el duro hielo de su obstinada pertinacia.
Pero si dejó de ver en el Pirineo francés a su amigo tan estimado, en el corazón de la Suiza se halló con otro que no valía menos, según la fama, si se pesaban ambos en oro. Porque allí estaba don Mauricio el Solemne, una semana hacía, a curarse sus achaques nerviosos con aquellas duchas de hielo derretido.
Bajo su borde se abre la boca sombría del abismo de misterios que se esconde bajo la montaña de hielo, y por la abertura abovedada sale como una furia el torrente, repentino y atormentado cual si lo vomitase algun gigante abrumado por el peso de la inmensa mole cristalina.
En el fondo del abismo, frio, silencioso y desolado como una inmensa tumba de hielo, están las ondas revueltas y cristalizadas de ese golfo que se llama la Mer-de-glace. Traduccion literal, Subiendo hácia, acaso porque aquella via es una de las que conducen al Monte-Blanco.
Por lo general, evitaba a Sofía; pero una tarde, cuando ella volvió a la escuela en busca de algo que había olvidado y no encontró hasta que el maestro se encaminó a su casa con ella, quizá trató de hacerse particularmente agradable, en parte, según imagino, para que su conducta añadiera hielo y amargura a los ya desbordados corazones de los platónicos admiradores de Sofía.
Ambos comenzaron a caminar por detrás de los parapetos, siguiendo una trinchera, abierta en la nieve dos días antes. La nieve, endurecida por la helada, se había convertido en hielo. Los árboles, tumbados delante y completamente cubiertos de granizo muy denso, formaban una barrera infranqueable, que alcanzaba una anchura de cerca de seiscientos metros. El camino cortado pasaba por debajo.
En la mesa del señorito, se servían las botellas después de una larga permanencia en tanques llenos de hielo. El vino pasaba por la boca dejándola insensible, con la grata parálisis de la frescura. Nos vamos a emborrachar decía sentenciosamente el capataz. Esto se cuela sin sentir. Es refresco en la boca y fuego en la tripa.
Veamos, señor; puesto que la ocasión se presenta, rompamos para siempre la sombra de hielo que ha existido hasta aquí entre los dos. Por mi parte, estoy muy dispuesto á ello. Desde luego, la señora de Laroque, sin desprenderse de un secreto que no le pertenece, no me ha dejado ignorar que las circunstancias más honorables para usted se ocultan bajo la especie de misterio de que se rodea.
Una grúa movía los moldes, volteándolos cuando el acero se solidificaba; y aparecía el lingote cónico, en forma de pan de azúcar, de un blanco rosa, como si fuese de hielo con una luz interior, esparciéndose las cenizas de su enfriamiento al abandonar la envoltura.
Palabra del Dia
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