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Mi casa parece un panteón; y las calles de la Puebla repiten mis pasos como ecos de cementerio. Los recuerdos son allí mi única compañía, y los recuerdos me asesinan. Lo mismo me pasa a exclamó Salvador . Sin familia, solo, privado de todo afecto, parece que estoy condenado, por mis culpas, a vivir sobre el hielo.

No sale de altos montes cubiertos de hielo; sus orillas no aparecen pobladas de una especial vegetación; su nombre no es tampoco célebre en la historia. No obstante, es encantador, ¿pero qué arroyo no lo es, á menos de que corra por fétidas tierras pantanosas, por el desagüe de las ciudades ó que sus orillas no hayan sido afeadas por un cultivo sin arte?

Por un lado, la mamá con sus sofoquinas y pellizcos, ordenándole que rompiese las relaciones con el hijo de Cuadros, por ser una proporción desventajosa y denigrante para la familia; y por otro, el tal señorito acosándola, enviando carta tras carta, unas veces en prosa y otras en verso, pero siempre repitiendo lo del corazón de hielo, pérfida, cruel, etc., etc.

¡Se quieran bien! ¡se quieran bien! repite ella con expresión de mofa. ¿Usted es de hielo, entonces, desde que para usted todo el amor consiste en quererse bien? Sea yo o no de hielo, el resultado es el mismo, desgraciadamente. ; usted tiene un corazón de oro dice ella, mirándome de reojo con un poco de coquetería; todo lo que usted piensa le sale de los labios francamente. También callarme.

Algunos exploradores han bajado á esas simas para medir su espesor y estudiar la temperatura y la composición de los hielos profundos. Han podido hacerlo algunas veces sin mucho peligro, penetrando lateralmente en las hendiduras por los rebordes de las rocas que sirven de ribazo á esos ríos de hielo.

Venillas de agua, casi imperceptibles al principio, se forman en varios sitios, se unen luego en relumbrantes riachuelos, que serpentean en el fondo de diminutos cauces fluviales que ellos mismos se han abierto y desaparecen de pronto en una hendidura del hielo con una especie de queja de argentino sonido. Aumentan ó disminuyen, según las oscilaciones de la temperatura.

¡Yo!... sería inútil; tengo la cabeza muy fuerte para el champagne... Bebamos otra vez... ¡bebamos por nuestra amistad! Yo levanté la copa junto con ella, y juntos apuramos su contenido. Usted es una mujer de hielo le dije. ¿Yo? ¡qué disparate! usted no me conoce, yo lo que soy es una mujer caprichosa... ¿Cree usted que con una mujer de hielo habría usted hecho lo que ha hecho esta noche?

Apenas hubo dicho esto, cuando sentimos que el navío tocaba por los lados y por la quilla como en movibles peñas, por donde se conoció que ya el mar se comenzaba a helar, cuyos montes de hielo, que por dentro se formaban, impedían el movimiento del navío.

El banco inmenso de hielo, pardo y onduloso, se detiene repentinamente á la vera del valle, formando una alta muralla que parece cortada á pico.

Por lo menos, tenía el buen gusto de reírse de todos ellos sin hacer maldito el caso de ninguno. Sospecho que puedes certificar, por la parte que te alcanzó... Certificó. Hasta que dio con un mozo que le pareció muy otra cosa que todos los demás, y se rompió el hielo. El mozo era Pepe Guzmán. Otra prueba de su buen gusto.