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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Las galeras de Malta, con las de Scipión de Oria y Cigala, se salvaron, y viendo los turcos que no las podían alcanzar, se tornaron á los Gelves á juntarse con su armada, y como arribaron, el Bajá hizo hacer grande alegría y salva, y tres días arreo hicieron lo mismo, dando gracias á Dios y á su Mahoma por haber alcanzado la victoria contra cristianos.
Esta es la fortaleza de las letras perfectas: i los dichos i obras que hicieron cerca de Dios para congregar los pueblos que vienen ante las puertas á oir la lei de Dios en esta casa.
Muy pronto una sublime voluptuosidad inundó su corazón. La continua plegaria, el total desprecio del mundo y, sobre todo, las arduas e ingeniosas penitencias que se impuso, le hicieron conocer el inefable orgullo de la santidad; orgullo grandioso que le dilataba el alma infinitamente, y le alzaba con sublime vuelo sobre las miserias del hombre.
Si se examinan las piezas de La Cueva, y se comparan con las obras dramáticas posteriores, no se puede desconocer, que, tanto sus faltas como sus bellezas, aparecen después en éstas, aunque algo modificadas. Así consta no sólo de las imitaciones, que se hicieron de los dramas del poeta sevillano, sino también de las de Lope de Vega y sus sucesores.
Y lo que ordenaron fue que se concertaron con un carretero de bueyes que acaso acertó a pasar por allí, para que lo llevase en esta forma: hicieron una como jaula de palos enrejados, capaz que pudiese en ella caber holgadamente don Quijote; y luego don Fernando y sus camaradas, con los criados de don Luis y los cuadrilleros, juntamente con el ventero, todos por orden y parecer del cura, se cubrieron los rostros y se disfrazaron, quién de una manera y quién de otra, de modo que a don Quijote le pareciese ser otra gente de la que en aquel castillo había visto.
Hicieron ruidosa ovación a su capitana que empezó a recorrer las filas calentando a las que aún tenían recelo o no estaban dispuestas a gritar.
El calor, y el día que allí llegaron, era de los del mes de agosto, que por aquellas partes suele ser el ardor muy grande; la hora, las tres de la tarde: todo lo cual hacía al sitio más agradable, y que convidase a que en él esperasen la vuelta de Sancho, como lo hicieron.
Luego le hicieron poner un vestido de lana burda y negra muy sencillo; pero aquellas prendas sólo eran de indispensable uso al bajar a la capilla y en las horas de rezo, y podía quitárselas en las horas de trabajo, poniéndose entonces una falda vieja de las de su propio ajuar y un cuerpo, también de lana, muy honesto, que recibían para tales casos.
Y luego de entregar unas monedas pudo alejarse y vagar libremente. Sabía lo que le esperaba: aquellos hombres iban á someterle á una explotación implacable. Transcurrió un día más, igual al anterior. En la mañana del siguiente, sus sentidos, afinados por la inquietud, le hicieron adivinar algo extraordinario.
Por fin se quedaron solos los de casa. Don Baldomero y Barbarita besaron a sus hijos y se fueron a acostar. Esto mismo hicieron Jacinta y su marido. Escenas de la vida íntima i A poco de acostarse notó Jacinta que su marido dormía profundamente. Observábale desvelada, tendiendo una mirada tenaz de cama a cama.
Palabra del Dia
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