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Pero mi padre dijo lentamente, porque no le saliese la frase en verso y de modo que sus palabras adquirieron un tono pedante y aforístico: «Tiene razón mi señora la duquesa. Quienes amontonan el oro son hombres viles. ¿Qué aconsejó Yago? Llena tu bolsa. Quienes lo conquistan y lo reparten son hombres nobles. ¿Qué hizo Hernán Cortés? Quemar sus naves.

Taric mandó quemar sus naves para quitar á su ejército la seguridad de salvarse de la muerte, si con algun revés lo castigaba la fortuna: accion que fué imitada nueve siglos despues, en la conquista de los reinos de Nueva España, por el famoso capitan Hernan Cortés, i que tan alabada ha sido por los historiadores de aquella empresa.

La condesa y Octavio se habían quedado un poco atrás y siguieron hablando del baile de los duques de Hernán Pérez, ó sea del «mundo del espíritu», como decía nuestro señorito. La horticultura no les seducía. Mas al hallarse en frente de una frondosa y espléndida magnolia, ambos detuvieron el paso para contemplarla.

Yo había sido una especie de Colón, el Colón del trabajo; y una especie de Hernán Cortés; yo había descubierto en un Nuevo Mundo, y después de descubrirlo, lo había conquistado. Alábate, pandero dijo Sofía riendo. Si hay héroes en el mundo, eres uno de ellos afirmó Carlos, demostrando gran admiración por su hermano.

En 15 de Septiembre se pregonó la obra de carpintería para el techo de la sala Capitular. Acudieron presentando trazas Juan Fernández, Guillermo, Francisco de Herrera, Luís de Villafranca y Pedro Izquierdo. En 6 de Julio de este año, Hernán Arias de Saavedra renunció el oficio de Correo Mayor en don Pedro Afan de Ribera Marqués de Tarifa.

Mientras tanto, la tempestad destruía ciento sesenta buques, y el resto de la flota tenía que refugiarse detrás del cabo Matifux. Los más de los nobles opinaban por una retirada inmediata. Hernán Cortés, el conde de Alcaudete, gobernador de Oran, y los caballeros mallorquines, con los Febrer a la cabeza, pedían que se pusiera en salvo el Emperador y dejase al ejército continuar solo la empresa.

Meditaba, señor Velasco repuso Ramiro, en los graves desengaños de este mundo, y que cuando yo era mancebillo daba por seguro llegar a ser algún día un Hernán Cortés o un Gonzalo de Córdoba; e agora he venido a parar en el más ruin y cuitado de los pajes. ¡Si mis ojos fueran capaces de llorar!

Una gran tempestad acababa de completar en 1589 el acto del vandalismo artístico, que no merece otro nombre á pesar de llamarse su autor Hernan Ruiz; y el peregrino edificio ya disfrazado, mutilado, desfigurado y feamente cubierto con un chapitel ochavado de madera y hoja de lata, á guisa de caperuza, y despues descaperuzado por el referido temporal, estaba amenazando ruina.

Según las últimas noticias que yo tengo, un extremeño, cuyo nombre es Hernán Cortés, ha surcado el mar, ha pasado por medio de vastos territorios y ha llegado a la capital populosa de un bárbaro y desconocido Imperio, del que está a punto de enseñorearse. Todavía pretenden algunos que este Imperio, donde Hernán Cortés ha entrado a saco, está al Sur del Catay y al Norte de la India.

Sería menester relatar también cómo los guerreros de Abu Hafáz, después de saquear algunos lugares de la isla, quisieron abandonarla para no tener que luchar con el ejército del emperador de Grecia; y como Abu Hafáz, precediendo en esto a los catalanes en Galípoli y a Hernán Cortés en México, hizo incendiar las veinte naves, para que no quedase otro recurso que vencer o morir a la gente de armas que llevaba consigo.