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Actualizado: 11 de junio de 2025


Estaban las tres, como digo, graciosísimas y sin comparación más guapas que en las tertulias. La libertad permitiéndoles una alegre y bulliciosa agitación, había impreso en sus mejillas frescos y risueños colores, y las lenguas charlatanas de las dos hermanitas llenaban con dulce y picotera música el ámbito de la estancia. La voz de Inés apenas se oía.

Tan sereno que no me cambiaría por el emperador Napoleón repuso el Conde . Yo que no puede pasarme nada, porque llevo el escapulario de la Virgen de Araceli que me dieron mis hermanitas, con lo cual dicho se está que me puedo poner delante de un cañón. ¿Y usted, Sr. de Santorcaz, tiene miedo?

Sois recuerdo perenne de sombras y de amor. Entre vosotras jugaron mis hermanitas lanzando al viento sus rubias cabelleras. Mientras yo encendía hogueras con los espinos y la hierba seca, donde venían a calentarse los hijos de los pastores. El vigoroso sauce que nos prestaba auxilio cuando el huracán se desencadenaba violento por el valle.

Había que hacer nuevos desembolsos. Limosnas, grandes limosnas para Roma; para las Hermanitas de los pobres, que iban a comprar una casa; limosna para la Santa Obra del Catecismo; limosna para la novena de la Concepción, porque habría que pagar caro un predicador, jesuita, que vendría de lejos. «Era mucho, ; pero si los buenos católicos que todavía tenían algo no se sacrificaban ¿qué sería de la fe? ¡Si otros pudieran!».

¡Vítol el pare San Bernat! gritaban a la vez un sinnúmero de voces roncas. ¡Vítol les chermanetes! añadían otros corrigiendo la falta de galantería de los más entusiastas. Porque las hermanitas, las santas mártires Gracia y María, también figuraban en la procesión. San Bernardo no iba solo a ninguna parte.

El joven palpitó de entusiasmo al tomar parte en un juego que no conocía, y que, visto de lejos, es muy bonito. Nosotros llegamos precisamente cuando se estaban haciendo los preparativos y el equipo de guerra del mayorazgo. Todos trabajaban en aquella casa, y no eran las menos atareadas las hermanitas del Sr.

Sin pecado concebida. ¿Qué se ofrece, hermanitas? Que vaya usted donde el reverendo padre guardián y le diga que esta niña, como a la vista está, se encuentra abultadita, que se le ha antojado pasear el convento, y que nosotras venimos acompañándola por si le sucede un trabajo. ¡Pero tantas!... murmuraba el lego entre dientes.

La Revolución había derribado, había robado; pero la Restauración, que no podía restituir, alentaba el espíritu que reedificaba y ya las Hermanitas de los Pobres tenían coronado el edificio de su propiedad, tacita de plata, que brillaba cerca del Espolón, al Oeste, no lejos de los palacios y chalets de la Colonia, o sea el barrio nuevo de americanos y comerciantes del reino.

Era de ver cómo los criados, las hermanitas, y la misma D.ª María, sin poder contener en los límites de la dignidad su maternal cariño, le abrazaban y besaban a porfía, y uno le coge, otro le deja, durante un buen rato le estrujaron sin compasión. Al fin, reuniéndose todos, incluso los huéspedes, en la sala baja, D. Diego fué solemnemente presentado a su novia.

Yo me retiro a la alcoba, fingiendo tener mucho sueño, apago la luz y cuando todo está en silencio, escápome bonitamente a la calle. Muy de madrugada vuelvo, abro mis puertas con llaves a propósito, y me meto en el lecho. Sólo mis hermanitas están en el secreto y favorecen la evasión.

Palabra del Dia

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