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Actualizado: 4 de junio de 2025
26 porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la Simiente de Abraham sois, y conforme a la promesa, los herederos. 1 También digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque es el señor de todo;
¡Hermoso país! exclamó D. Facundo, que después de los niños, y acaso antes, era el que con más afán ponía los ojos en los cristales. Hombre, qué ganas tengo yo de hacer un viaje por Italia. Pues a ello. ¡Si no se gastase tanto! Pero, hombre de Dios, ¿para quién quiere usted ese gatazo que tiene en casa? ¿No es mejor que se divierta por cuenta de los herederos? dijo doña Martina.
En «los hogares de los nobles y de los ricos», á los criados y á los subalternos arrogantes. En «los palacios de los príncipes», á los que los custodian y á cuantos van allí de visita. En «los cementerios», á los parientes verdaderamente afligidos y á los herederos que aparentan estarlo». Los consejos de este viejo «Manual», un poco pueril, son, en el fondo, de una exactitud insuperable.
Abreviaré mi relato, gentleman, pues me duele recordar este período, el más vergonzoso de nuestra historia. Los pueblos vivían regidos por los hombres; las armas estaban en manos de los hombres; el trabajo lo organizaban y reglamentaban los hombres ... ¿qué otra cosa podía ocurrir?... Los herederos del emperador organizaron cada uno á su placer el pedazo de tierra que les tocó en el reparto.
Y en efecto, Juan Montalvo escribe y sus herederos ó sus admiradores y paisanos dan á la estampa, en Bezanson, en 1895, aunque el libro no ha llegado hasta ahora á nuestras manos, nada menos que sesenta capítulos añadidos al Quijote. Acaso el autor, en vida, no se hubiera atrevido á publicarlos. Acaso no pretendió nunca rivalizar con Cervantes.
-Eso creo yo muy bien -respondió Sancho-, porque es ella una bienaventurada, y, a no ser celosa, no la trocara yo por la giganta Andandona, que, según mi señor, fue una mujer muy cabal y muy de pro; y es mi Teresa de aquellas que no se dejan mal pasar, aunque sea a costa de sus herederos. -Ahora digo -dijo a esta sazón don Quijote-, que el que lee mucho y anda mucho, vee mucho y sabe mucho.
Creo que sería fácil encontrar un mozo inteligente que interpretase a su manera las órdenes del médico. Se le darían sus mil francos de renta, y los herederos... Heredarían. Comprendo perfectamente. Pero, ¡es tan difícil la elección! ¿Y si tropezásemos con un hombre honrado? ¿Es que los hay? Le Tas, calumnias al género humano.
Todas las fiestas que se preparaban en la córte á los herederos archiduques, tuvieron que suspenderse para ejecutarlas luego con el doble objeto del nuevo alumbramiento de un príncipe, el cual tuvo efecto, el dia 10 de marzo de 1503 con el nacimiento del infante Don Fernando quien sucedió despues al emperador Cárlos V en el imperio de Alemania.
Sacó en limpio de esta perorata el Sr. de Cedrón que Doña Francisca Juárez no tenía la cabeza buena; y creyendo que las explicaciones y el contender sobre lo mismo no atenuarían su trastorno, puso punto final en aquel asunto, y se despidió, quedando en volver al día siguiente para el examen de papeles, y la entrega, mediante recibo en regla, de las cantidades devengadas ya por los herederos.
¡Guarda ese papel, bruto!... Ya me temía yo tus protestas... Es para tus hijos y para que tú descanses. No hablemos más, ó me enfado. Luego, para vencer sus escrúpulos, abandonó el tono violento y dijo con tristeza: Carezco de herederos... No sé que hacer de mi fortuna inútil. Y repitió una vez más, como una queja contra el destino: ¡Estoy podrido de dinero!...
Palabra del Dia
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