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Actualizado: 21 de junio de 2025
Habiendo tenido la suerte de encontrar la famosa gran fortuna en las lindas manos de miss Maud Watkinson, empleó sabias maniobras para poner constantemente a su protegido frente a la joven heredera. De acuerdo con la madre de Huberto, ponderaba, delante de él, a los jóvenes argonautas modernos que saben conquistar el Vellocino de Oro.
Sigue bien de salud contestó Doña Clara; pero, entregada como nunca á sus devociones, apenas se deja ver de nadie. ¿Y el Sr. D. Valentín, está bueno? Gracias á Dios, lo está, dijo Clara. Se ha retirado ya de la magistratura añadió Lucía; ha heredado los cuantiosos bienes de su hermano el mayor, que murió sin hijos, y vive aquí, donde tiene su mejores fincas, de que Clarita es única heredera.
Por el camino iba pensando Roger, mientras sus dos compañeros departían animadamente, en la conversación que poco antes había tenido con el barón y se preguntaba si debió de haber completado su confesión revelándole que no era otra su adorada que la bella heredera de Morel. ¿Cómo hubiera acogido éste semejante declaración?
Al día siguiente volvía como si tal cosa a romperse la cabeza contra el desprecio de la orgullosa heredera. Pensaba sinceramente que el verdadero obstáculo para el logro de sus afanes estaba en el conde de Onís. Confesábase que Fernanda sentía algún interés por él, o mejor dicho por su título, y se propuso ir a Madrid y comprar a peso de oro otro para ponerse a la altura de su rival.
Unos contaban que había muerto en campaña, después de batirse como un héroe; otros que pereciera en un duelo a que le llevó una aventura escandalosa; quienes que se había casado en Guadalajara con una rica heredera; quienes qué estaba procesado por un delito que la Ordenanza castiga con peña de muerte. Hasta que un día la rubia Carmita dió en vestir lutos, y lutos fueron por toda su vida.
En el corazón de la tierna heredera de los Ulloas tenía el capellán, desde hacía algún tiempo, un rival completamente feliz y victorioso: Perucho. Le bastó presentarse para triunfar. Entró un día en la punta de los pies, y sin ser sentido fue arrimándose a la cuna.
En aquel momento le tocaba hacer una figura del rigodón y se alejó con Emilita. María Josefa, que bailaba más lejos, se acercó un instante con su pareja, que era un teniente del batallón de Pontevedra. ¡Vamos, D. Santos, no sea usted cruel! ¿Por qué no va usted a hacer compañía a Fernanda, que está allí sola? En efecto, la amiguita de la rica heredera había hallado pareja para el baile.
La actual condesa de Rumblar, enterada de la aparición de una heredera, anunció a mi ama que entablaría un pleito, y vea usted aquí el motivo de que en casa se haya trabajado tanto por la legitimación. Por fin, las dos familias acordaron evitar la ruina de un pleito, y se han puesto de acuerdo sobre esta base: casar a la Srta.
Pues dentro de algunos años estarán muertas ó locas... Capitan D se opone á que se casen, y la locura del tío se manifiesta en las sobrinas... Esa es la señorita E, la riquísima heredera que se disputan el mundo y los conventos... ¡Calla! ¡á ese le conozco! el P. Irene, disfrazado, ¡con bigotes postizos! ¡Le conozco en su nariz! ¡Y él que tanto se oponía!...
Su descendencia directa parece haberse extinguido hace una quincena de años, y la señorita de Porhoet, que jamás había perdido de vista á sus parientes de allende los montes, se creyó al momento heredera de una fortuna que se dice ser considerable: sus derechos le fueron disputados muy justamente por una de las más antiguas casas de Castilla, aliada á la rama española de los Porhoet.
Palabra del Dia
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