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Actualizado: 28 de julio de 2025
No apuesto nada: para esa hazaña y otras menores sé yo que eres capaz. Pintóse un furor rabioso en el rostro de Velázquez al escuchar estas palabras insolentes; alzó el bastón que llevaba en la mano y cruzó con él las espaldas de su querida, que estaba ya medio vuelta para irse. Y hubiera seguido golpeándola si los concurrentes no se hubieran apresurado á interponerse.
Estábamos libres de la manera más gloriosa; pero en el punto en que concluyó aquella hazaña, comenzó a verse claro el peligro en que nos encontrábamos, pues el Santa Ana debía ser remolcado hasta Cádiz, a causa del mal estado de su casco.
Y esa chica era guapa.... ¡Lo que es guapa! ¡Qué tonterías! ¿Por qué se buscará uno estos conflictos? ¡Yo que tengo juicio para diez! Impaciente, tiró el cigarro que estaba concluyendo. Un átomo de fuego brilló entre las hojas, que crujieron encogiéndose, y a poco la colilla se apagó. Segunda hazaña de la Tribuna
Luego miraba a los palcos, fijándose en el de doña Sol. Le había aplaudido antes, cuando realizó su estupenda hazaña de acostarse ante el toro. Sus manos enguantadas chocaron con entusiasmo cuando volvía él hacia la barrera saludando al público.
Desaparecerían como en las antiguas leyendas las hadas y los encantadores, que, luego de hacer el bien, tornan á sus misteriosos dominios. Pasarían los años: la Historia hablaría de este esfuerzo, único por su intensidad y su carácter generoso, y en la Costa Azul y en otros lugares quedaría de esta hazaña mundial un recuerdo desfigurado.
Una ovación saludó esta hazaña, quedando el banderillero firme en su sitio, arreglándose los tirantes del pantalón y los puños de la camisa. Su mujer, con la vehemencia del entusiasmo, se echó atrás, riendo al mismo tiempo que aplaudía, y otra vez la falda, a impulsos de ocultas exuberancias, volvió a dejar al descubierto los encantos inferiores.
Pues oíd si el demonio ensayara otra tal hazaña." Santiguándose los que lo oían, decían: "¡Mira quién pensara de un muchacho tan pequeño tal ruindad!" Y reían mucho el artificio y decíanle: "Castigaldo, castigaldo, que de Dios lo habréis." Y él con aquello nunca otra cosa hacía.
Su rusticidad apreciaba esto como la mayor de las pruebas de talento, y se miraba las manos, reconociéndose incapaz de tal hazaña, declarando que no sabría cazar ni un gazapo con las garras enfundadas en piel.
Mas ¡ay! que siempre al genio venerando guarda el hado fatal triste destino, y de abrojos punzantes vá sembrando con torva faz el árido camino Y sólo, en un rincón de nuestra España, el término encontraste, que marcaba el Señor a tanta hazaña. Escucha, escucha al menos nuestro canto, porque es del corazón tributo santo.
Hela aquí en pocas palabras: Julián, hijo único, muy amado de sus padres, hiere en la cara á un ciervo, que, al caer, le dice con voz humana: No tengas por grande hazaña La que hoy en matarme has hecho, Porque le guarda en tu pecho Otra más fiera y extraña: Que en hombre que le acompaña Tal crueldad, que ha de matar Sus padres...
Palabra del Dia
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