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Actualizado: 1 de junio de 2025


Socorred, señores, á un pobre peregrino, exclamó el viejo, que perdió la vista de sus ojos después de contemplar con ellos los Santos Lugares y que no prueba bocado desde hace dos días. Pues nadie lo diría al ver lo repleto y lucio que estáis, buen hombre, dijo Simón mirándole atentamente. Con esas ligeras palabras no hacéis más que aumentar mi pena, dijo el ciego.

15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, y el mar, y todo lo que está en ellos; 16 el cual en las edades pasadas ha dejado a todos los gentiles andar en sus caminos;

¡Jesús!... ¿Pero cómo hacéis para que no llore? ¿Y si tiene hambre? Le meto la punta del pañuelo en la boca para que chupe.... Es muy listito, ya se entretiene mucho. Riéronse las niñas, y Lola tomó al nene en brazos. ¡Qué ligero! pronunció . ¡Si pesa más la muñeca grande de Nisita!

Subió esta contienda al emperador, y decidió que se hiciese la obra; pero habiendo venido á Córdoba, y visto la iglesia año de 1526, dijo: Yo no sabia que era esto; pues no hubiera permitido que se llegase á lo antiguo; porque haceis lo que puede haber en otras partes, y habeis deshecho lo que era singular en el mundoSi el César hubiese podido prever la infeliz suerte que los siglos posteriores tenian reservada á tantos preciosos monumentos de la España musulmana y cristiana, hoy reducidos á polvo por no haberlos protegido una idea poderosa, cualquiera que fuese, de seguro no habria desconocido la conveniencia de la obra que estaba llevando á cabo el cabildo de Córdoba, conservador inadvertido é involuntario del arábigo edificio, puesto que el sacrificio de una pequeña parte iba á asegurar la duracion del todo.

Dejad, dejad á Dios que la proteja; tened fe en la misericordia divina, y además, por salvar á la reina, no expongáis á perecer á vuestro esposo, al padre del hijo que acaso empieza ya á ser de vuestras entrañas; que sin duda vive ya, porque os amáis demasiado, y sois harto buenos para que Dios no haya bendecido vuestro amor. ¡Ah! ¡me hacéis temblar, don Francisco! dijo doña Clara.

Ved lo que hacéis; la vanidad es tentadora; hoy podéis ser hidalgo reservado, ser leal, de buena fe... mañana acaso... Ningún secreto tengo que reservar.

46 Porque si amareis a los que os aman, ¿qué salario tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si abrazareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los publicanos? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Atentísimo estuvo Sancho a la relación de la vida y entretenimientos del hidalgo; y, pareciéndole buena y santa y que quien la hacía debía de hacer milagros, se arrojó del rucio, y con gran priesa le fue a asir del estribo derecho, y con devoto corazón y casi lágrimas le besó los pies una y muchas veces. Visto lo cual por el hidalgo, le preguntó: ¿Qué hacéis, hermano? ¿Qué besos son éstos?

1 Y aconteció que pasando él por los sembrados en el sábado segundo del primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comían, restregándolas con las manos. 2 Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados? 3 Y respondiendo Jesús les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban;

De día explotáis los brazos y de noche los estómagos. Hacéis mal, muy mal. Hasta ahora os salva la gran masa de peones forasteros que vienen á rabiar y á ahorrar durante algunos meses, pasando por todo, pues su deseo es irse. Pero cada vez se quedan más en el país y ya veréis la que se arma cuando esta gente, viviendo siempre aquí, acabe por conoceros.

Palabra del Dia

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