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Pues habiéndome yo ofrecido á hacer esta descubierta, y á conducir ganados para este establecimiento, en una Junta que se hizo, se me pusieron una multitud de dificultades, y entre ellas era la una que estaba el camino lleno de tantos tembladerales que era imposible el transitarle.

Abandonó sus galas, repartió joyas y dinero entre los menesterosos, y, habiéndome contagiado su nuevo frenesí, llevome consigo a los campos, para borrar con el bien todo el mal que habíamos sembrado por ellos. ¡Por mi fe! ¡Yo nunca pude imaginar remordimiento tan profundo, y qué hazañas de caridad y de penitencia!

En la Aduana de Salem, como anteriormente en la Antigua Mansión, pasé tres años; tiempo más que suficiente para que descansara mi cerebro fatigado y para que rompiera con antiguos hábitos intelectuales y adoptara otros nuevos; y tiempo también demasiado largo para la vida que llevé, tan completamente ajena á mis inclinaciones naturales, sin haber hecho en realidad nada que fuera provechoso ó agradable á algún sér humano, habiéndome retraído de una labor que, por lo menos, habría satisfecho los latentes deseos de mi espíritu.

Ya sabía que el llanto era la terminación de la crisis de cólera, la sedación del acceso, mejor dicho, y cuando tal sucedía, lo mejor era soltar la risa, llevando la disputa al terreno de las burlas sabrosas. «Pues , señora Doña Francisca le dijo abrazándola . ¿Creía usted que habiéndome salido ese novio tan hechicero y tan saleroso, le había de dejar yo en necesidad, sin darle para el pelo?

Aquella misma tarde, a eso de las seis, habiéndome reunido con Reginaldo, pues así lo habíamos convenido, en el estudio del señor Leighton, los tres subimos a un coche y nos dirigimos a la Scotland Yard, donde tuvimos una larga conferencia con uno de los oficiales superiores de la policía, a quien explicamos las circunstancias y nuestras sospechas de que se hubiera cometido un crimen.

Entonces, sin poder resistir á mis ideas, dije en alta voz: y aquello es más que esto; la iglesia cristiana es más que el obelisco asiático; la caridad del Redentor del mundo es más que el misterio de Sesostris. Me dirigí al coche, al mismo tiempo que el cochero avanzaba hácia , porque habiéndome oído hablar, se imaginó que le llamaba, ó quizá que estaba maniático ó que me habia vuelto loco.

Habiéndome visto en el caso de poder apreciar el excelente carácter y la buena índole de los Cayuvavas, pedí al gobernador que se me diesen algunos remeros de Exaltacion para conducir mis canoas, y preparado para este largo viage de trecientas á cuatro cientas leguas á lo ménos, empecé por subir hasta el pais de los Yuracarees, de donde me encaminé por paises salvages, los mas accidentados del mundo, hasta llegar á Cochabamba en 10 de junio de 1832.

Habiéndome enterado de todo, es preciso decir á V. E., que extra-judicialmente , que por órden de V. E., ó de su antecesor, se ha solicitado de los Lusitanos, que componen la segunda partida de demarcadores, dos cosas, á saber: la primera, que admitan en la demarcacion el rio Igatimí por el que el tratado llama Igurey, segun está aprobado por S. M. y mandado al antecesor de V. E. por el Sr.

Algunos días le acompañé en el oficio, y le aprendí de manera, que no daría ventaja en echar las bulas al que más presumiese en ello; pero habiéndome un día aficionado más al dinero de las bulas que a las mismas bulas, me abracé con un talego, y di conmigo y con él en Madrid, donde, con las comodidades que allí de ordinario se ofrecen, en pocos días saqué las entrañas al talego, y le dejé con más dobleces que pañizuelo de desposado.

Habièndome hecho presente Pedro Guillermo Rodriguez, que por sus achaques y cortedad de vista no podia continuar el servicio de carpintero en la partida de mi mando, le he concedido su retiro, cuya plaza convendr