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La Ilustración francesa se había dejado en un arranque de patriotismo; por culpa de un grabado en que aparecían no se sabe qué reyes de España matando toros. Con ocasión de esta medida radical y patriótica se pronunciaron en la junta general muchos y muy buenos discursos en que fueron citados oportunamente los héroes de Sagunto, los de Covadonga, y por último los del año ocho.

»¿Qué has hecho de tu gloria, le he dicho lleno de dolor? ¿de qué muro cuelgan las espadas de tus héroes? ¿dónde estan el trono de tus reyes y la silla de tus cadíes? ¿ninguno de tus libros pudo salvarse de la hoguera? ¡Ay! cada siglo va arrancando una hoja de la corona de tu gloria; y permaneces muda é impasible como un cadáver.

Pero ven acá, loco dijo Javier: ¿por qué no haces una tragedia de cosas del día en que salgan hombres como éstos de ahora? No seas tonto dijo el poeta riendo con la mayor buena fe: ahora no hay héroes. Majadero, ¿pues cómo llamas á Churruca, á Alvarez y á Daoiz? ; pero eso son héroes de casaca. Ramón tenía talento y facultades de poeta; pero había nacido en una época funesta para las letras.

Los montañeses rebosaban de entusiasmo; alzaban las manos, se ensalzaban unos a otros y se consideraban los primeros héroes de la Tierra.

La verdad es, sin embargo, que las expresiones copiadas indican en el lenguaje dramático español clases enteras, como cuando hablamos de héroes, enamorados, intrigantes, etc., ó las edades de los personajes que intervienen en la acción.

Tenía tranquila la conciencia: había obsequiado a todos los héroes que, secundando su valor, salvaban la ciudad. Ahora a casa del Montañés a acabar la noche. Cuando Fermín se vio en un camarote del colmado ante nuevas botellas, creyó llegado el momento de abordar su asunto. Yo tenía que hablarte de algo importante, Luis. Creo que te lo dije.

Muy licenciosa hubo de ser aquella edad en que todos los sueños caballerescos de la Edad Media, las disquisiciones de la corte de amor y las apasionadas ternuras de los héroes de la Tabla Redonda, de Lanzarote y Ginebra, de Tristán e Iseo, se mezclaban con el ansia de vida y de goces y con la adoración anhelante de la hermosura plástica que el resucitado gentilismo había despertado y movido.

¿No fué así, catedrático?... Aquí no veo mas que un pretendiente, pero este Ulises le jura que lo colgará de la misma parte si vuelve á encontrarlo en su casa. Huyó don Pedro. Juzgaba muy interesantes á los rudos héroes de la Odisea, pero en verso y sobre el papel. En la realidad le parecían unos brutos peligrosos.

Me es indiferente; hasta confieso que me es antipático, por los grandes extremos que hacen algunas señoras sobre su heroísmo. Eso molesta siempre á los que no somos héroes. Pienso en lo insignificante que sería hace cuatro años nada más. De conocerlo entonces, tal vez lo habría visto de tenedor de libros en un hotel ó en la tienda de mi camisero de París.

Desde cada altillo puede uno considerar en conjunto la ciudad, puede verla levantando al cielo las torres de sus baluartes y sus templos, los álamos de sus paseos y sus patios, los desiguales techos de sus casas, sobre los cuales cree uno aun distinguir en pie las sombras de sus antiguos héroes.