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Actualizado: 25 de junio de 2025
Isidro pensaba con terror en lo imposible que le sería franquear aquel obstáculo si le perseguían los guardas. Pero la impresión de miedo se amortiguó al mirar lo que le rodeaba. La sorpresa le hizo creer, por un instante, que estaba en un mundo nuevo. El salto de la tapia era como el tránsito de un planeta a otro.
Después de una larga travesía sobre el muelle, que se hace á pié ó en coche, el viajero penetra á los estrechos salones de la Aduana, pasando sucesivamente, de antesala en antesala, bajo la inspección minuciosa de los guardas, empleados de aduana y agentes de policía.
Pero ella ¡la maldita! tenía la tenacidad glacial, la audacia insolente de las malas hembras que nacen para ser asesinadas. Le miraba insultante, con la boca apretada y un gesto de desafío. Sí, pégame; eso es muy español. Mátame, como matan en tu tierra á las mujeres, cuando no quieren amar. Anda, don José; ya estamos en el final de Carmen. ¿Dónde guardas la navaja?...
Después que recobró el conocimiento dijo los motivos que había tenido para arrojarse al estanque. Debía tres duros al joven que le perseguía; no podía pagárselos, y aquél, enfurecido, salió de la tienda para pegarle. En parte por miedo y en parte por desesperación había querido matarse. El hortera, a quien los guardas del Retiro habían detenido, no negó lo que su deudor decía.
17 Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al gamo, o al cabrito de los ciervos, sobre los montes de Beter. 2 Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé. 3 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?
6 Y los sacerdotes estaban sobre sus guardas; y los levitas con los instrumentos de música del SE
Sí. Hable, pues: ya le escucho. ¿Te imaginas, hijo mío, que no he comprendido que tratabas de matarte... esta noche... ahora mismo? Amaury se sintió estremecer de pies a cabeza y dirigió instintivamente los ojos al cajón donde estaban las pistolas. Si, querías matarte continuó el doctor, y guardas el instrumento de muerte, las pistolas, el puñal o el veneno, ahí mismo, en ese cajón.
No existían a la vista otras pruebas de las aficiones del amo que las jaulas colgadas al exterior en las horas de sol y los perros que dormitaban enroscados ante la puerta. Soy un cazador legal decía con zumbona gravedad a los guardas cuando éstos aparecían . Me dedico a los pájaros con red, o llevo los perros a las tapias de El Pardo, por si algún conejo se sale del término.
14 Acuérdate de mí, oh Dios, en orden a esto, y no raigas mis misericordias que hice en la Casa de mi Dios, y en sus guardas. 16 También estaban en ella tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en sábado a los hijos de Judá en Jerusalén.
Ella camina valerosamente, aunque no puede menos de cojear un poco; y de cuando en cuando exhala un débil quejido. De pronto, la joven se vuelve y muestra, tendiendo la mano, el hormigueo de las luces en el lugar de la fiesta, que brillan sobre el fondo obscuro del pinar. Mira qué bonito murmura tímidamente. El responde con un ademán. ¡Juan! ¿Qué, Gertrudis? ¿No me guardas rencor? ¿De qué?
Palabra del Dia
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