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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Gerardo iba al lado de Elena e inclinaba graciosamente la cabeza hacia atrás, como para verla andar. Y Luciana, cuya alegría iba renaciendo a medida que nos alejábamos del campo Quemado, le preguntó riendo: ¿Qué busca usted en la espalda de Elena? Quiero ver si le brotan las alas. Elena, muy absorta en sus pensamientos, no oyó nada de esto.

Lo comprendí y me marché a casa para saladar a la Marquesa de Oreve. La señora de Grevillois, que estaba al lado de la ventana trabajando activamente en su bordado, me interpeló al pasar para reprocharme graciosamente que dejase sola a Luciana.

El ferrocarril salva el Ebro varias veces por sólidos y elegantes puentes de hierro, y termina su primera seccion en Reinosa, pueblo de 2,900 habitantes graciosamente situado en el fondo de una llanura, casi al pié de los altos contrafuertes de la cordillera, y á menos de tres kilómetros del origen del Ebro.

En dos horas llegamos á la villa de Thun, asentada graciosamente sobre las márgenes del Aar al pié de una montaña ó colosal peñasco que tiene el mas romántico aspecto. No era nuestro ánimo detenernos en Thun, villa que cuenta mas de nueve siglos de existencia, y que no carece de interes por las excursiones á que convidan sus cercanías.

Como si adivinase Alicia estos pensamientos, sonrió graciosamente. No deseaba ver la casa: se contentaba con visitar los jardines. Bastante has hecho recibiéndome aquí continuó . Conozco la limitación de mis derechos: estoy en territorio hostil. Esta es la casa de «los enemigos de la mujer». El príncipe fingió no entenderla.

Cuando pasó la media hora, me consulté para saber si les otorgaría todavía algunos instantes: yo era entonces su providencia, y, en esta calidad, les acordé graciosamente mi protección, con una sonrisa. ¡Ojalá puedan vaciar hasta el fondo la copa del deleite! pensé, y resolví ir todavía a dar una vuelta por el jardín.

La muchedumbre se arremolinó, iniciando á continuación un movimiento de retroceso. Gillespie vió que unos grupos de jinetes repelían al gentío para que se alejase. Otros soldados acababan de descender de varias máquinas rodantes que tenían la forma de un león. Estos guerreros jóvenes eran de aire gentil y graciosamente desenvueltos.

Insolente con todo el mundo, sólo tenía atenciones y miramientos con la mula, y siempre andaba por los patios del palacio con un puñado de avena o una gavilla de zulla, cuyos rosados racimos sacudía graciosamente mirando al balcón del Padre Santo, como quien dice: «¡Jem!... ¿Para quién es esto

Sólo cuando llegó el clero con cruz alzada y el mismo sacerdote se metió en el barranco hasta las rodillas, se decidieron á acercarse, y uno tras otro fueron depositando su hostia en el copón, retirándose luego, de ola en ola, moviendo graciosamente sus colitas.

Antes de que ella hubiera asegurado la puntería, saludó graciosamente y gritó: «¡No puedo matar a la que he besado!» y sin que Antonieta o yo pudiéramos impedírselo, apoyó la mano sobre la barandilla del puente y saltó ligeramente al foso.

Palabra del Dia

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