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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Entonces, usando de todos los miramientos, vacilaciones y rodeos, tímidos unas veces, enérgicos otras, propios del hombre encargado de dar una noticia inesperada y triste que ha de herir el corazón, me dijo, recibiéndome en sus brazos: «¡Ya no tienes madre!» Me pareció que el suelo se hundía bajo mis pies, que mi existencia vacilaba por encontrarse sin base; mi alma elevose rápidamente al cielo como queriendo buscar la de aquélla que fue vida de mi vida aquí en la tierra. ¡Jamás hubiera creído que pudiese vivir sin ella un solo día!
Como si adivinase Alicia estos pensamientos, sonrió graciosamente. No deseaba ver la casa: se contentaba con visitar los jardines. Bastante has hecho recibiéndome aquí continuó . Conozco la limitación de mis derechos: estoy en territorio hostil. Esta es la casa de «los enemigos de la mujer». El príncipe fingió no entenderla.
Las primeras palabras de ella fueron dirigidas a dar las gracias a la señora por la cortesía que usaba recibiéndome en su casa. Tuve ocasión, a este propósito, de deslizar algunas lisonjas que le supieron a almíbar a mi futura mamá, como luego pude conocer. Entrando después en el asunto, me mostré enteramente seguro de casarme con Gloria. Lo di como cosa indiscutible.
En otros tiempos le hubiera defendido con la espada, peleando contra los herejes; ahora soy su sacerdote, y por él batallo cada vez que veo la impiedad de los tiempos cercenar algo de su gloria. El Señor me perdonará, recibiéndome en su seno. Tú que eres tan buena, Tomasa, y tienes alma de ángel bajo tu corteza ruda, ¿no lo crees así...?
Palabra del Dia
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