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Actualizado: 23 de julio de 2025
Pasamos malísimos ratos, eso sí añadió la señora; pero en cambio no conocemos el morir, y nuestro Genio Creador nos permite reunirnos en ciertas festividades para celebrar las glorias de la estirpe, tal como lo hacemos esta noche.
Por último, inclinándose hacia el maestro, sin bajar la mirada, con tono pausado y casi doliente, repuso: A las vegadas, yo mesmo pienso que Dios lo quiere, como dice vuesa merced, y me lo expresa arrancándome allá del abrazo de la muerte, mostrándome aquí las bajezas del mundo y la vanidad de todas las glorias humanas, o hablándome con el ruego de mi madre, como acaba de hacello.
El público había olvidado a Mina completamente. Su nombre no era más que un vago recuerdo para los entusiastas que guardaban memoria de los intérpretes wagnerianos. Las glorias escénicas mueren pronto... Hace poco he encontrado mi nombre en una revista. Hablaba de mí como de una joven de grandes esperanzas que se perdió prematuramente.
Entonces comprendí lo que valían los libros y las investigaciones arqueológicas de aquel hombre, destinados a reivindicar para su «patria chica» las glorias que se le negaban en la grande, sacándolas del polvo de los archivos y debajo de las costras de la tierra.
«Su nombre está escrito del pueblo en el seno, De sus altas glorias el mundo está lleno, Su frente circuye laurel inmortal; Atleta de Mayo, venció los esclavos, De un pueblo de siervos rompiendo los clavos Bañó su cabeza con óleo de paz.
Y si de su Amadís se precia Gaula, por cuyos bravos descendientes Grecia triunfó mil veces y su fama ensancha, hoy a Quijote le corona el aula do Belona preside, y dél se precia, más que Grecia ni Gaula, la alta Mancha. Nunca sus glorias el olvido mancha, pues hasta Rocinante, en ser gallardo, excede a Brilladoro y a Bayardo. DEL BURLADOR, ACAD
El cielo, mi cielo, el universo, el mío, la eternidad, mi eternidad, la gloria de las glorias, la mía, todo se concentra en él: y todos los caminos, los de esta vida y los de la otra, son calvarios y sendas de espinas sin su compañía y sin el brazo suyo para conducirme. Mi alma ya no es mía; está trasfundida en otra. Mi corazón ha perdido su ritmo propio para latir a compás de otro.
Ya no se aproximaban a él para decirle: «Cuando yo era gobernador...» embriagándose a sí mismos con el esplendor de sus glorias muertas; ya no le preguntaban sobre lo que pensaba don Francisco de esto o de aquello, para sacar locas deducciones de sus respuestas.
Si estas páginas llegan a manos de don Ignacio y de don Roque Rodríguez, que reciban este débil homenaje que creo debido a los servicios eminentes hechos por ellos, en asocio de su finado hermano don José, a la cultura y moralidad de un pueblo entero . Esta es la historia de las ciudades argentinas. Todas ellas tienen que reinvindicar glorias, civilización y notabilidades pasadas.
Bien lloré mi apartamiento, Que bien echaba de ver Que palabras de mujer Tienen la firma de viento. Bellas flores y jazmines, Que hurtábades por favor A su aliento vuestro olor En estos frescos jardines, ¡Mirad a qué tristes fines Han venido mis vitorias! ¡Mirad cuáles son las glorias, Y los tormentos qué tales! Pues no me mataron males, Y me han de matar memorias. Sale MANILORO, criado.
Palabra del Dia
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