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Actualizado: 22 de noviembre de 2025


Buen olor tiene tu cuento. ¿Y quién era ella? No lo ; don Rodrigo me había dicho solamente: si sale de palacio una dama ancha de hombros, alta de pecho, gentil y garrida, manto á los ojos, y halda hasta el suelo, sigue á esa dama. He aquí unas señas capaces de volver el seso á Orlando Furioso. ¿Seguiste á la dama? Iba á hacerlo cuando llegó don Rodrigo. ¿Ha salido? me preguntó.

Llorar por él, y resucitarlo con aquella lágrima de salud, ¿eso es gentil, revolucionario, protestante? El arte de Horacio Vernet es el arte del infortunio, del dolor; el arte de la Vírgen María que llora por su hijo al pié de la cruz.

Bien, pues hoy no hay paseo; te secuestro y te llevo conmigo a misa dijo la niña en tono resuelto y con cierta inflexión de voz adorable. Y acompañando el hecho al dicho le tomó por la mano y le llevó cogido de esta guisa unos cuantos pasos. ¡Venturoso Ricardo; qué otra cosa mejor podía apetecer en aquel momento que verse secuestrado de tan gentil manera!

El P. Juan Francisco de San Antonio, dice en efecto en su crónica tomo I; pag. 144, que: «Su modo de escribir propio era, formando de alto abajo las líneas empezándolas en la mano izquierda, y prosiguiendolas hasta la derecha». M. Le Gentil repite esto mismo, pero se equivocó de Mas al atribuir la misma opinion

Dixo Mercurio: quiero que me nombres Desta turba gentil, pues tu lo sabes, La alteza de su ingenio con los nombres. Yo respondi: de los que son mas graves Diré lo que supiere, por moverte A que ante Apolo su valor alabes. El escuchó. Yo dixe desta suerte. Colgado estaba de mi antigua boca El dios hablante; pero entonces mudo, Que al que escucha, el guardar silencio toca.

Aunque yo no hubiese seguido de antemano la sentencia de aquel sabio alejandrino que afirmaba que sólo las personas hermosas entendían de hermosura, V. me hubiera movido á seguirla, mostrándose luminoso y vivo ejemplo y gentil prueba de su verdad. No extrañe V., pues, que, lleno de agradecimiento, le dedique este libro.

El conde de Trevia, en una de las expediciones de caza que hizo á su vuelta de Francia, la vió colgada al balcón tosco y deteriorado de una casa solariega, y no le costó más trabajo que alargar la mano para cogerla. ¡Y qué tiene esto de particular sabiendo la vida que aquella niña gentil llevaba en su casa solariega!

Quién sabe si en las ondas que desata, resbalando entre juncos y maleza, fugaz arroyo tímido retrata de alguna ondina la gentil cabeza! Quién sabe si, entre flores escondida, en su cristal colúmpiase graciosa náyade bella que al placer convida meciéndose en las limfas voluptuosa!

En una palabra; la pintura de Horacio Vernet, es un arte que llora junto á un muerto; es un arte que llora, y el arte que llora no es el arte gentil, ni protestante, ni revolucionario. El arte gentil rie. El arte protestante disputa. El arte revolucionario quema.

Y súbese por la calle arriba con tan gentil semblante y continente, que quien no le conosciera pensara ser muy cercano pariente del Conde Alarcos, o a lo menos camarero que le daba de vestir.

Palabra del Dia

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