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Actualizado: 28 de junio de 2025
Wilson pasó junto al tablado, envolviéndose muy bien en los pliegues de su manto genovés con una mano, mientras sostenía con la otra la linterna, el Sr. Dimmesdale apenas pudo reprimir el deseo de hablar. Buenas noches, venerable padre Wilson; os ruego que subáis y que paséis un rato en mi compañía. ¡Cielos! ¿Había hablado realmente el Sr. Dimmesdale?
Pero el genovés temerario, resuelto de morir antes que rendir las armas, menospreció los ruegos y cortesía de Montaner, con que provocó la ira á los vencedores, que cerrando con él, le hicieron pedazos, con que los catalanes quedaron señores del campo, y de la victoria.
Envía al Banco de San Jorge de la ciudad de Génova todos sus papeles en depósito, y los señores del Banco, sólo después de algún tiempo, le dan una respuesta por indicación de Oderigo; y esta respuesta, aunque amable, no prueba que el gobierno genovés se entusiasmase mucho con sus hazañas.
Llegó este aviso á Montaner, después que los pocos genoveses que quedaron y habian con tanta infamia y daño retirado á sus galeras, se alargado con ellas, revolvió con la gente que tenia hácia donde el genovés estaba con los suyos, peleó con ellos, y parte rendidos, parte muertos, quedó solo Antonio Rocanegra con un montante, haciendo bravas y estremadas pruebas de su valentia.
Hicieron cabeza Juan Bautista Doria, genovés, y Antonio de Olivera, castellano, Gobernador que fué del castillo de la isla después de la muerte del Maestre de campo Barahona. Por último, muerto Solimán, instó el Rey D. Felipe á Carlos IX de Francia para que empleara su influencia en favor de la soltura de Sande.
Por la mía, debo á la Virgen del Priorato una imagen de plata de diez libras por haberme otorgado la merced de vencer y matar al pirata genovés, cuyo valor y pericia en el manejo de las armas soy el primero en reconocer. ¿Y tú, Roger? ¿Herido? No es nada, dijo el doncel con voz débil, quitándose el casco que conservaba claras señales de la poderosa maza del normando.
Andronico aceptó el partido, y empeñó su palabra que casaria su hijo. Con esto el Genovés arrogante con dos galeras llegó á Galípoli debajo de seguro.
La primera piedra del genovés pasó silbando sobre las cabezas de los arqueros y cayó al mar; la del pedrero normando mató un caballo y derribó á varios soldados, otra abrió un boquete enorme en la vela del Galeón y la cuarta dió en el centro de la proa y rebotando, arrojó al agua dos hombres de armas de Butrón. El capitán miró fijamente al barón.
Es más, puede asegurarse que una vez ganado por el Cabildo el pleito á los frailes de San Pablo y entregada por éstos la Biblioteca, la Corporación eclesiástica no recibió la colección de estampas, pues, en los varios autos capitulares en que se trató del pleito, menciónase solamente la «Librería,» y sin duda aquella no fué tampoco á poder de los frailes de San Pablo, antes había volado yendo á parar tal vez á las manos del deudor de D. Fernando, el comerciante genovés, Francisco Leardo .
Ni vascos ni normandos habrían logrado hacerse autorizar por el reino de Castilla. Fué menester un italiano hábil y elocuente, un genovés obstinado que prosiguió la empresa quince años consecutivos, que supo aprovechar la hora propicia y descartar todos los escrúpulos.
Palabra del Dia
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