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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Sin embargo, nunca pudo «romper a hablar» a su gusto, aunque había quedado bastante satisfecho de sus tentativas: dos preguntas breves al ministro de la Gobernación, sobre otros tantos expedientes detenidos en aquel centro, y una presentación a las Cortes de una exposición de varios ganaderos de su distrito, que solicitaban no sé qué franquicias o privilegios para los exportadores de reses cebadas.
Cuando el tiempo no les preocupaba, eran las reses el objeto de su conversación, y especialmente los toros, de los que hablaban con ternura, como si estuviesen ligados a ellos por un parentesco de raza. Los ganaderos escuchaban con respeto las opiniones del marqués, reconociendo el prestigio de su fortuna superior.
El terrateniente habla con el personaje político de problemas ganaderos y agrícolas, de la situación del país, de exportaciones e importaciones, de frigoríficos, de novillos y pastos, etc. Discurre con sensatez y equilibrio, aunque sin ciencia. Nutrido de realidad, su visión directa de las cosas suple con ventaja a los libros.
Por oír esas dos palabras, que ponían un tinte de rubor en las mejillas de Liette, hubiera el conde despojado todas las tiendas y hecho la fortuna de todos los ganaderos. De este modo se llevaron triunfalmente de Breal un precioso corderillo, «que acaba de dejar a la oveja, caballero, y que su señora de usted podrá domesticar como un perro faldero.»
El señor Fermín era de estos admiradores. ¡Un personaje de tantos pergaminos, que podía, sin desdoro, hacer el amor a una princesa, encaprichándose de muchachas del pueblo o de gitanas; escogiendo sus amigos entre caballistas, toreros y ganaderos y bebiéndose una copa de vino con el primer pobre que se aproximaba a pedirle algo! ¡Esto era democracia pura!... Y al entusiasmo por los gustos plebeyos del prócer que parecía querer resarcir a la gente de la altivez y el orgullo de sus empingorotados abuelos, uníase la admiración casi religiosa que la fuerza, el vigor físico, inspira siempre a la gente del campo.
Dí las gracias al buen sacerdote por su afectuosidad, y acepté desde luego oferta tan lisonjera. Tengo una casa cural muy modesta añadió como que es la casa de un cura de aldea, y de aldea pobrísima. Mis feligreses viven con el producto de un trabajo improbo y no siempre fecundo. Son labradores y ganaderos, y a veces su cosecha y sus ganados apenas les sirven para sustentarse.
Comenzaban siempre hablando del tiempo. Eran en su mayor parte ganaderos y ricos labradores, que vivían pendientes de las necesidades de la tierra y las variaciones del cielo.
Debo de estar pálido, desencajado... pero este egoísta no ve nada de eso». Entraron en un coche de tercera. En su mismo banco Frígilis encontró antiguos conocidos. Eran dos ganaderos que volvían de Castilla y después de hacer noche en Vetusta buscaban el amor de su hogar allá en la aldea.
Es, pues, el caso de que los labradores ganaderos de la parte central de la provincia, cuando llega el mes de mayo, no solamente no tienen en el pajar un pelo de yerba de la recogida en el agosto anterior, sino que sus ganados han destrozado ya las mieses durante los meses de derrotas, y han recorrido las sierras bajas, y han comido escajo, picado á fuerza de ímprobos sudores, y han ido entresacando los herbalachos que crecen entre zarzas y matorrales, y hasta han roído el césped de las lindes de los camberones. ¡Calcúlese cómo viviría el ganado hasta el mes de agosto, época de la recolección y acopio de yerba para el invierno, si no tuviera más recursos que los ordinarios de casa, digámoslo así!
Palabra del Dia
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