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Actualizado: 10 de julio de 2025
Calló él, salió ella lentamente del salón, desapareciendo entre las sombras de la galería; y Lázaro, volviendo al balcón, abrió de nuevo el libro, y, sin fuerza para contener el llanto, a través de sus propias lágrimas leyó estas palabras del Divino Maestro:.... Y ¡ay de vosotros, Doctores de la Ley, que cargáis los hombres de cargas que no pueden llevar, y vosotros ni aun con uno de vuestros dedos tocáis las cargas!
Al ruido de las aguas de la mina se mezcla á veces el sordo rumor de las aguas exteriores que un desgraciado golpe de pico puede hacer inundar repentinamente la galería.
La Marquesa tendida en una silla larga, forrada de satén, estaba en la galería de su gabinete respirando con delicia el aire fresco de la calle. Se disputaba a gritos. Cerca de ella, triunfante, en pie, con un abanico de nácar en la mano derecha, dándose aire voluptuosamente, ostentaba Glocester su buena figura torcida.
Al menos no desmienten la impresion que aquí se recibe. Circuye al suntuoso edificio una gran galería de setenta columnas de un metro de espesor y diez de altura, sostenidas por un basamento de tres metros de elevacion. Un sólido cornisamento y un elegante ático coronan las setenta columnas, de órden corintio, las cuales nos hacen sentir la doble emocion de la majestad y de la fuerza.
Un viento caliginoso levanta pequeñas nubes de polvo; velos de vapor azulado descienden lentamente sobre el suelo. Juan apoya la cabeza en los vidrios de la galería; pero están calientes como si hubiesen permanecido todo el día en un horno. De pronto, Gertrudis se levanta. ¿Adónde vas? pregunta Martín. Al huerto responde ella.
Entre todos estos amigos y conocidos había repartido treinta o cuarenta entradas de galería y paraíso que Tristán le había entregado para el caso.
Mas cuando se disponía á tirar el segundo clavel, vió levantarse rápidamente sobre las maderas de la galería otra cabeza rubia un poco mayor, aunque no menos hermosa. Una mano blanca salió por un instante fuera, y una voz de timbre dulce y sonoro pronunció estas palabras: Esa es mejor. Al mismo tiempo cayó á sus pies una grande y magnífica rosa de Alejandría.
Por encima de todas las viviendas emergía una casa de madera montada sobre pilotes, con una galería exterior ante sus cuatro fachadas: un bengalow desembarcado en Bahía Blanca semanas antes por encargo del italiano Pirovani, contratista de las obras del dique.
Los curiosos llenaban el frente de la galería y la parte baja de la soberbia escalera, cuya bóveda, pintada por Giaquinto, representaba a la España ofreciendo a la Religión sus virtudes y trofeos.
A pesar del cansancio que sentía, permanecí no corto espacio de tiempo en la soledad de aquella galería, perdido en mis pensamientos, y con un leve zumbar de oídos, oía el silencio, que sólo interrumpía, de vez en cuando, el ladrar de un perro en el «real» no lejano. Por fin me metí entre sábanas, dejando la ventana abierta, y en seguida quedé dormido.
Palabra del Dia
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