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Actualizado: 26 de junio de 2025


Si existiera el uniforme de perdido, Olmedo se lo hubiera puesto con verdadero entusiasmo, y sentía que no hubiese un distintivo cualquiera, cinta, plumacho o galón, para salir con él, diciendo tácitamente: «Vean ustedes lo perdulario que soy». Y en el fondo era un infeliz. Aquello no era más que una prolongación viciosa de la edad del pavo.

Al regreso de los dos primeros viajes fué á esperarle en el muelle, buscando con la vista su gorra de galón de oro y su levita azul entre los pasajeros trasatlánticos que se agitaban en las cubiertas con la alegría de la llegada á Europa. En el viaje siguiente, doña Cristina la obligó á quedarse en casa, temiendo que la emoción y las aglomeraciones del puerto perjudicasen su próxima maternidad.

T. de telas de oro. 1628 Alonso López, T. de pasamanos de oro. 1644 Sebastián de Cuesta, tejió una tela de raso negro y oro para la Catedral. 1667 Claudio Bertel, José de Llanos y Andrés de la Peña se obligaron en 9 de Mayo de 1693 á tejer 4000 varas de terciopelo carmesí para la Catedral, y el fleco y galón que hiciese falta. Refiérese este contrato á las suntuosas colgaduras de nuestra Basílica.

Parece extranjera. Será mujer de algún diplomático. Al salir del palacio la vio en la acera, disponiéndose a subir en una berlina. Un ujier del Congreso sostenía la portezuela con el respeto que inspira el coche oficial, el galón de oro brillante en el sombrero de los cocheros. Rafael se aproximaba, creyendo todavía a la vista de aquel carruaje en una asombrosa semejanza.

No; aparecían por la puerta de la escalera de Damas su mamá, asida al brazo de Pez, y su papá dando el suyo a la marquesa de Tellería. ¡Qué guapas venían arrastrando aquellas colas que sin duda tenían más de una legua!... Y ellos, ¡qué bien empaquetados y qué tiesos!... Venían a descansar y tomar un refrigerio en casa de doña Tula, para acompañar más tarde a la Señora y a toda la Corte en la visita de Sagrarios... Por todas las puertas de la parte alta de Palacio aparecían libreas varias, mucho trapo azul y rojo, mucho galón de oro y plata, infinitos tricornios... Delirando más, veía la ciudad resplandeciente y esmaltada de mil colorines.

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