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Actualizado: 2 de julio de 2025
Estos diálogos cortos iban exornados con una infinidad de miradas furtivas del marido para advertirle continuamente á su mujer alguna negligencia, queriendo darnos á entender entrambos á dos que estaban muy al corriente de todas las fórmulas que en semejantes casos se reputan en finura, y que todas las torpezas eran hijas de los criados, que nunca han de aprender á servir.
Terrosa adherencia mataba el brillo del bronce, del nácar, de la concha. ¡Muebles cuasi espectrales! Las antepuertas, los tapices y todas las colgaduras, cubiertas de telaraña, pendían con hipnótica apariencia, y el polvo aclaraba, a manera de luz, los pliegues de medio siglo. Ramiro, al entrar, oyó carreras furtivas bajo los muebles. Un taladro dejó de roer.
«En cuanto a doña Leonor Michel, receptora de especies furtivas, la condeno a que sufra cincuenta azotes, que le darán en su prisión de mano del verdugo, y a ser rapada la cabeza y cejas, y después de pasada tres veces por la horca, será conducida al real beaterio de Amparadas de la Concepción de esta ciudad a servir en los oficios más bajos y viles de la casa, reencargándola a la madre superiora para que la mantenga con la mayor custodia y precaución, ínterin se presenta ocasión de navío que salga para la plaza de Valdivia, adonde será trasladada en partida de registro a vivir en unión de su marido, y se mantendrá perpetuamente en dicha plaza.
En los grupos que se formaban por los rincones del templo cuchicheábase dirigiéndole miradas furtivas, acogíanse todas sus palabras con mirada benévola y sumisa, se le colmaba de atenciones.
Doña Juana anda siempre hecha un lince vigilando a Isabelita, a quien nunca he podido hablar y a quien no me he atrevido a escribir, porque no recibiría mis cartas. Desde Carratraca presumí, no obstante, que la muchacha me quería, porque involuntaria y candorosamente me devolvía con gratitud y con amor las tiernas y furtivas miradas que yo solía dirigirle.
Al fin Reynoso la cortó jocosamente advirtiendo que les esperaba el almuerzo. Núñez se despidió. Durante el almuerzo Tristán se mostró tan taciturno que Clara, sorprendida y dolorosamente impresionada, no apartaba de él los ojos. Reynoso y Elena se dirigían miradas furtivas, sonriendo unas veces, otras sacudiendo la cabeza con señales de enfado.
Este le dio las gracias con bondad y miró el presente muy cerca, distraídamente, porque estaba acostumbrado a examinar así todo lo que tomaba en las manos. Entretanto, los ojos redondos, brillantes y sorprendidos del pequeño Aarón estaban fijos en él; el niño se había parapetado tras de la silla de su madre y desde allí lanzaba sus miradas furtivas.
Palabra del Dia
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