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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Siempre había frecuentado su casa un amigo íntimo, un amigo favorito, al que trataba su mujer con gran confianza, asegurando que lo conocía de los tiempos en que era soltera y vivía con su noble familia. El marqués se había batido dos veces por su esposa, viéndola calumniada repentinamente por hombres que hasta poco antes frecuentaban sus salones.

Un vejete de barba corta y dura sobre un rostro de cadavérica palidez se inclinó profundamente á su paso, sin que su modestia sufriese al no recibir contestación. Era el hombre más buscado y halagado por las damas que frecuentaban el Casino. Llevaba una especie de solideo negro en la cabeza, el sombrero en la diestra y una medalla de esmalte con el Corazón de Jesús en una solapa.

Su manera de exponer era tan ática y urbana, y sus pinceladas tan finas y tan delicadas, como no se habían conocido hasta entonces; pero su estilo se contaminó también con el exagerado atildamiento de aquellas frases, que dirigían á sus damas, en el Buen Retiro, los mismos caballeros que frecuentaban sus salones; los personajes, y hasta la ilación de las escenas de sus comedias, hubieron de ajustarse, no pocas veces, á la etiqueta de la corte, y, en vez de ofrecer un cuadro vasto y completo de la humanidad, en su variedad infinita, trazó, tan sólo, á menudo, la pintura de una parte muy reducida de la misma, esto es, de aquélla en que vivía, y para la cual escribía.

Hablo con el héroe muchas noches, y está contento de verme en el buen camino. Miguel Fedor y el coronel se dieron cuenta, apenas llegados, de los extraños visitantes que frecuentaban el palacio. A los melenudos terroristas de otros tiempos habían sucedido numerosas echadoras de cartas, pitonisas, videntes y tétricos profesores de ciencias ocultas.

Ciertas vecinas querían llevarla a paseo, a una tertulia y a los teatros extraviados que ellas frecuentaban. La pobreza en Madrid tiene que ser o resignada o cursi. Aquellas vecinas eran cursis. Anita no podía sufrirlas; le daban asco ellas, su tertulia y sus teatros. Pronto la llamaron el comino orgulloso, la mona sabia.

Fortunata iba poco, por propia inspiración y también por consejo de Aurora, pues no convenía que la viesen allí las de Santa Cruz, que frecuentaban mucho el taller y tienda.

Por último, los dependientes, que frecuentaban el estanco, habían puesto a Cristeta al corriente de quiénes eran los autores de las más de las obras que tenía leídas: así que la chica, merced a lo céntrico del sitio y a la mucha gente que allí entraba, llegó a conocer de vista y por sus nombres a casi todos los actores y poetas dramáticos y cómicos de Madrid.

Sus conocimientos estratégicos, que no había tenido ocasión de aplicar en el campo de batalla, servíanle admirablemente para entrar a saco en el corazón de las bellas damas de la corte. Bloqueaba primero la plaza con miradas lánguidas, acudiendo a los teatros, al paseo, a las iglesias que ellas frecuentaban.

Allí nadie iba a misa, ni ayunaba, ni rezaba; no había bula, se comía carne los viernes y el padre toleraba los chistes impíos de Pepe. Estuvo a punto de descargar su indignación en apóstrofes violentos, de los que tantas veces oyó a los señores que frecuentaban la casa de don Tadeo; pero se limitó a mirar a su hermano con lástima, diciéndole: ¡Parecéis judíos! No concebía mayor insulto.

No concurrían á ellas más que hombres y en vano algunas señoras de la alta sociedad, atraídas por los relatos que oían, quisieron ser invitadas. Se mantuvo la consigna y los secuaces de Epicuro que frecuentaban la casa del magistrado no vieron turbada su tranquilidad por la intervención de las mujeres.

Palabra del Dia

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